Miguel Ángel Cardozo-Montilla[1] / 13 de noviembre de 2014
…Es preciso que cada habitante de esta nación reconozca la relevancia de la educación, la ciencia y la innovación, y realmente entienda el rol que estas podrían jugar en la construcción de una Venezuela de libertades plenas…
Hace apenas unas pocas semanas la indignación y la preocupación se apoderaron de los sectores democráticos del país –principalmente del académico– por el anuncio de que a las universidades públicas se les aprobaría, como máximo, un 35% del presupuesto –correspondiente al año 2015– que estas sometieron a la consideración del ejecutivo nacional a través de la cartera respectiva; una decisión que, sin duda, tendrá funestas repercusiones dado que, como ha advertido el doctor Nicolás Bianco[1], vicerrector académico de la Universidad Central de Venezuela, conducirá de manera inminente a la “inviabilidad académica e institucional” de esas casas de estudio.
Tal inviabilidad, como quien les escribe ha señalado en otro artículo publicado en El Nacional[2], “impediría la formación de profesionales con las competencias necesarias para impulsar el crecimiento y consolidación de un sistema de ciencia, tecnología e innovación que permita hacer de Venezuela un país competitivo en diversas áreas”, además de que sepultaría cualquier oportunidad de generación de conocimiento que contribuya significativamente al surgimiento y expansión de un aparato productivo nacional que posibilite esa competitividad, por cuanto las “empresas que aún subsisten […] –salvo muy contadas excepciones– no cuentan con la capacidad financiera necesaria para invertir en proyectos de investigación […] que les proporcione los insumos requeridos para la producción de novedades y mejoras de alto valor agregado”.
Sea lo que fuere, días después de dicho anuncio trascendió la pretensión del régimen de intervenir las universidades privadas por –supuestamente– el alto costo de sus matrículas, aunque Benjamín Scharifker[3], rector de la Universidad Metropolitana, afirma que en realidad esto forma parte de una “política gubernamental para desmantelar tanto a las universidades privadas como a las públicas”.
Ciertamente, una nefasta política que, aunada al hecho de que se destinará a ciencia y tecnología el 0,4% del total del presupuesto nacional de 2015[4], podría precipitar en el mediano plazo la extinción de la ya de por sí mermada labor de innovación en Venezuela, como lo refleja el ranking general del Índice Mundial de Innovación 2014, en el que el país ocupó el lugar 122 en una lista de 143 naciones/economías[5], implicando ello un descenso de ocho puestos con respecto a la edición de 2013 de ese mismo índice[6].
Por supuesto, la gravedad de tal amenaza es extrema, ya que al desvanecerse las posibilidades de innovación se estarían, a su vez, cercenando sustantivas capacidades para el desarrollo –entendidas estas, al modo en que lo hace Amartya Sen[7], como libertades que permiten a los individuos transformar su propia realidad–, lo que podría facilitar enormemente el afianzamiento de un perverso modelo en el que a la persona humana se le asigna –de manera solapada– un valor instrumental en función de su utilidad para el logro de mezquinos fines hegemónicos.
No resulta, por tanto, muy sorprendente el que el régimen –pese al afán declarativo con el que asegura lo contrario– le dé en la práctica tan poca prioridad a la educación, a la ciencia y a la innovación, sobre todo si se considera que estas son poderosas fuerzas emancipadoras en virtud de que constituyen la fuente por excelencia de las mencionadas capacidades.
Y es que sin una educación que, entre otras cosas, desarrolle competencias para la indagación, el trabajo en red, el emprendimiento y la construcción de soluciones novedosas a los problemas, y sin una cultura científica y de innovación que impulse la creación de espacios en los que los individuos puedan promover sus propios proyectos de vida, se fertilizará el terreno de la mediocridad y de la dependencia; unos rojos pastos propicios para que un puñado de inescrupulosos opresores apacienten en la medida de sus intereses a una aletargada sociedad.
Pero además, es obvio que a diferencia de lo que ocurrió –y todavía ocurre– con algunos regímenes comunistas/socialistas –como con el de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en el pasado y actualmente con el de China–, el de Venezuela no muestra señales de querer avanzar hacia un desarrollo científico y tecnológico que le proporcione a la nación ventajas competitivas en diversas áreas, dada quizás su excesiva confianza en lo que creen es un enorme peso específico del país en el contexto internacional derivado de su riqueza petrolera.
Lo más alarmante es que de todas las variantes del mal comunista/socialista, al país le ha tocado padecer una de las que más pobreza intelectual y material ha producido, ya que tiene su origen en el profundo resentimiento de sus promotores hacia sus propios conciudadanos; un resentimiento que, al parecer, no ha dejado en ellos cabida al amor por la patria y que, junto a su desmesurada ambición de poder, los hace capaces de sacrificar sin ningún miramiento el futuro de las próximas generaciones de venezolanos.
Por ello, es preciso que cada habitante de esta nación reconozca la relevancia de la educación, la ciencia y la innovación, y realmente entienda el rol que estas podrían jugar en la construcción de una Venezuela de libertades plenas y pletórica de oportunidades, a fin de que se asuma con seriedad y como una verdadera necesidad su defensa, porque de lo contrario se favorecería la perpetuación de un régimen al que solo le importa su propio provecho, aún si esto implica la total destrucción del país.
Referencias
[1] Profesor de postgrado de la UCAB e investigador. Doctorando en Gestión de Investigación y Desarrollo, UCV. Especialista y Magíster en Gerencia de Servicios Asistenciales en Salud, UCAB. Odontólogo, UCV.
[1] Bianco N. Inviabilidad académica e institucional. El Nacional, 12 de octubre de 2014 (http://www.el-nacional.com/nicolas_bianco/…_0_498550178.html, consultado el 31 de octubre de 2014).
[2] Cardozo Montilla MA. La universidad democrática contra el neototalitarismo. El Nacional, 17 de octubre de 2014 (http://www.el-nacional.com/miguel_angel_cardozo/universidad-democratica-neototalitarismo_0_502149914.html, consultado el 31 de octubre de 2014).
[3] Montilla K. A. Denuncian que gobierno quiere desmantelar las universidades. El Nacional, 30 de octubre de 2014 (http://www.el-nacional.com/sociedad/Denuncian-gobierno-quiere-desmantelar-universidades_0_509949183.html, consultado el 31 de octubre de 2014).
[4] Abadi A. ¿Quiere saber cuáles son las prioridades del Gobierno Central en Venezuela? Prodavinci, 29 de octubre de 2014 (http://prodavinci.com/blogs/quiere-saber-cuales-son-las-prioridades-del-gobierno-central-en-venezuela-por-anabella-abadi-m, consultado el 31 de octubre de 2014).
[5] The Global Innovation Index 2014: The human factor in innovation. Ginebra, Cornell University/INSEAD/WIPO, 2014.
[6] The Global Innovation Index 2013: The local dynamics of innovation. Ginebra, Cornell University/INSEAD/WIPO, 2013.
[7] Sen A. Desarrollo y libertad. Barcelona, Planeta, 2000.
@MiguelCardozoM
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