Margarita López Maya – 16 de diciembre de 2016
Entre el 20 de septiembre y el 16 de octubre de este año la organización no gubernamental (ONG) IPYS, conjuntamente con el Observatorio Electoral Venezolano (OEV), levantaron una encuesta para indagar sobre las condiciones de funcionamiento del periodismo en el país, desde la percepción de los periodistas. Seleccionaron para la encuesta una muestra de 252 periodistas activos en medios privados, independientes, comunitarios y estatales de su base de datos, la cual contiene 1.770 periodistas de todo el país. La muestra tuvo representación de 19 estados de la República.
La pregunta eje de esta exploración fue la siguiente: en el contexto del proceso de recolección del 20% de las firmas para el Referendo Revocatorio Presidencial ¿Cuál de las siguientes situaciones ha afectado el ejercicio del periodismo de Ud. o del medio para el cual trabaja?
A continuación, pueden verse el porcentaje de respuestas positivas a doce situaciones que fueron preguntadas. La mayoría dan cuenta de un creciente perfil totalitario del régimen, en consonancia con otras experiencias en el siglo XX, particularmente la nazi y soviética, pero también la china, otros países socialistas, Cuba y, para algunos, la Argentina de los militares y el Perú de Alberto Fujimori.
- 6,37% contestaron estar con inicio de procedimientos legales en su contra o en contra de su diario.
- 8,33% dijeron estar sometidos a sanciones del CNE en su contra o en contra del medio para el cual trabajan.
- 11,5% dijeron estar sometidos a presiones y medidas de censura por el medio sobre asuntos previos a la recolección del 20% de las firmas. Esta pregunta, además, tuvo un 12,7% de personas que no saben o no contestan, el más alto de las situaciones.
- 11,5% dijeron autocensurarse.
- 14,68% aseguraron haber recibido órdenes de censura del Estado sobre las materias del 20% de las firmas.
- 16,67% aseguraron padecer limitaciones para informar en las plataformas digitales.
- 18,25% afirmaron haber sufrido situaciones de robo o confiscación de equipos.
- 28,57% recibieron amenazas que han puesto en riesgo al periodista o al medio para el cual trabaja. Aquí también, el porcentaje que no sabe o no contesta llegó al 11,9%.
- 29,37% contestaron que fueron agredidos el periodista o el medio para el cual trabaja. 11,5% no sabe o no contesta.
- 36,11% constató actuaciones irregulares de los cuerpos de seguridad que afectó la cobertura periodística.
- 48,41% constató limitaciones para acceso a fuentes estatales, privadas o independientes relacionados con la recolección del 20%.
- 64,27% dijo haber padecido limitaciones de acceso a la información del CNE.
Los resultados de las doce situaciones tienden, quizás con la excepción de uno -el de los problemas de la plataforma tecnológica- a mostrarnos la carga de miedo o violencia que hoy acompaña al oficio periodístico en nuestro país. Los periodistas están trabajando en una atmósfera general de tensiones importantes, que actúa debilitando su derecho laboral a un ambiento seguro, y su derecho a la integridad física o de protección a sus bienes materiales. De manera relacionada, este ambiente de trabajo también debilita derechos ciudadanos, que esta profesión y los medios de comunicación desarrollan y aseguran en una democracia: acceder a información oportuna, veraz, y a conocer opiniones y puntos de vista plurales. En fin, tener derecho a la libertad de opinión y expresión.
También algunas de estas situaciones y el porcentaje de respuestas afirmativas indican una judicialización del derecho a la libertad de expresión, como procedimiento legal para socavar el acceso a información pública, buscando profundizar el grado de desinformación de la ciudadanía, con propósitos de hacerlos más receptibles al discurso oficial.
La primera asociación que viene a la mente al revisar estos resultados es su consonancia con experiencias autoritarias y sobre todo totalitarias del pasado. Las respuestas indican que se viene inculcando con éxito a través del miedo o el terror un control sobre capacidades humanas. Se vienen reduciendo las capacidades políticas del venezolano, que es en general el objetivo de las dictaduras, pero más allá de ello, también se han afectado relaciones privadas buscando “un hombre nuevo”.
El totalitarismo busca la transformación de la condición humana, de acuerdo con Hannah Arendt, una de las grandes pensadoras de la teoría totalitaria, mediante el desarrollo de las dos bases fundamentales que levantan la casa del Estado totalitario: el terror y la ficción ideológica.
Con el miedo se van debilitando y quebrando los seres humanos, haciéndoles más sumisos. Es inculcando temor como se controlan a las masas de individualidades aislados, haciendo más fácil gobernarlos. Con la ficción ideológica se va construyendo un mundo irreal, desprendido de la evidencia empírica. La ficción totalitaria es forjadora de un imaginario coherente internamente, cerrado del exterior, con respuestas para todo, que explica el curso de la historia, y traza con ello directivas de acción. El terror total, dice Hannah Arendt, controla a las masas y las mantienen en un mundo “que se ha convertido en un desierto”. Ese terror se transforma en un instrumento de gobierno y constituye la esencia misma del totalitarismo.
Demos ejemplos en la retórica oficial reciente, de los miles otros que escuchamos permanentemente. “Venezuela puede alimentar a tres países de su tamaño” (la Canciller). “Nuestras cárceles son impecables” (Ministra de Prisiones). “No se está militarizando la producción y distribución de alimentos” (Ministro de la Defensa). “La MUD no cumplió sus compromisos en la Mesa de Diálogo” (Jaua, diputado). “No hay escasez sino saboteo económico” (el Presidente).
Estas aseveraciones, que contradicen cualquier evidencia empírica, forman parte de una narrativa de ficción sobre un país supuestamente asediado por poderosos enemigos internos y externos, ante los cuales al gobierno de Maduro no le queda otra sino dar duras batallas cotidianas: Vivimos “emboscadas económicas” dirigidas por la derecha internacional; sufrimos “golpes continuados”, una “guerra económica”, “inestabilidad permanente” e “intentos de magnicidio”, cuyos autores son los sempiternos enemigos del “exitoso socialismo” que aquí se desarrolla: el imperialismo de EEUU o el ex presidente colombiano Uribe, que apoyan a malignos nacionales ubicados en la MUD, entre otros. Hay presidentes que son unos cobardes y no “dan la cara”, como el recientemente galardonado con el Premio Nobel, el colombiano Manuel Santos.
Los resultados de esta encuesta son apenas una muestra ilustrativa de cómo el Estado chavista, ahora bajo la Presidencia de Maduro, ha venido sin prisa ni pausa inculcando el miedo como un instrumento de gobierno. Un miedo que se combina con esa ficción ideológica de la guerra que libramos contra las fuerzas internas y externas de la maldad, que escuchamos estupefactos diariamente en las declaraciones de autoridades como Maduro, o Jorge Rodríguez, o Vladimir López Padrino, Freddy Bernal, Diosdado Cabello, El Aissami, en fin. Ellos han venido levantando un mundo al revés que desde los medios públicos repiten una y mil veces. Esta estafa asusta por su absurdez y conforma una estrategia que puede llevar a una parálisis o apaciguamiento de la sociedad.
Otros ingredientes afines a los totalitarismos del siglo XX, tal como los teorizó Arendt, y también Carl J. Friedrich y Zbigniew K. Brezezinski, en los años cincuenta, son la creciente formación de un sistema de terrorismo policíaco y militar, que apoya y al mismo tiempo controla la cúpula en el poder. Y un control tendencialmente absoluto tanto de los medios de comunicación, como de formas de lucha armada y de la economía. También estos rasgos están presentes en el gobierno de Maduro.
Hay, otros elementos que conforman el Estado totalitario que el régimen chavista no parece tener por ahora: uno, los objetivos modernizadores, que llevaron a la Alemania de Hitler o la URSS de Stalin a sacrificar cientos de miles de personas al altar del progreso. Tampoco ha logrado, más por incapacidad que por falta de deseos, hacerse de un partido único, monolítico y controlador de toda estructura social o estatal, que fue central a estos y otros totalitarismos como el cubano. El PSUV, un partido básicamente carismático, vive ya una hora menguada, aunque sigue siendo el principal partido del país.
¿Cómo frenar y revertir este desarrollo? Volvamos a Arendt. En su obra clásica, Los orígenes del totalitarismo, ella se plantó ante el totalitarismo, que sufrió en carne propia y estudió, esgrimiendo un republicanismo no liberal, cuyo énfasis principal sería hacer posible la ciudadanía, es decir, la conversión del ser humano en una persona pública, que se siente responsable de los asuntos de la colectividad.
El periodismo, que la encuesta IPYS-OEV busca evaluar en nuestro país, es un oficio central a las luchas por ese ciudadano republicano, por la redemocratización de Venezuela. Proporciona, garantiza, facilita el acceso a información veraz y oportuna. En el tiempo que corre, donde se han multiplicado los recursos mediáticos, seguirán existiendo espacios para desarrollar y ejercitar nuestro derecho al acceso de información y nuestra libertad para ser ciudadanos responsables. En la medida en que los periodistas ejerzan el oficio de informar de manera oportuna y veraz a la población, contribuyen de manera clave con estrategias que permiten al ciudadano y a ellos mismos vacunarse contra la deriva autoritaria y totalitaria.
Encuestas como ésta de IPYS-OEV toman el pulso de la enfermedad. Pero nos toca a nosotros encontrar los remedios.
Bibliografía consultada
Arendt, Hannah (1973 [1951 1ª edición]): Los orígenes del totalitarismo. Madrid, Alianza Editorial.
Stoppino, Mario (1989): “Totalitarismo” en Norberto Bobbio y Nicola Matteucchi, coords., Diccionario de Política, t. L-Z.
Categorías:Mesa de Análisis, Opinión y análisis
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