Mesa de Análisis

El fin de la legitimidad democrática de Maduro

Diseño sin título (13)

Foto: Alba Ciudad

Ezio Serrano Páez

18 de octubre de 2018

Para unos, el peor gobierno de la historia republicana se sostiene por la peor oposición de todos los tiempos. Son tal para cual, cultiva la vulgata en tanto se evade la responsabilidad que cada ciudadano tiene con el destino propio y el de su nación. Un aspecto básico se olvida: el cumplimiento de la Constitución, técnicamente hablando, se asegura con el uso legítimo de la fuerza.

Las Fuerzas Armadas y tribunales de justicia constituyen los resortes que deberían activarse cuando un gobierno decide hacer pira de la constitucionalidad. De manera que, aun reconociendo  las inconsistencias del liderazgo opositor, aun admitiendo la existencia de un grupete de pícaros aliados del gobierno, nada puede eximir a las Fuerzas Armadas de su obligación constitucional, pues están renunciando a  su razón de ser. Si la vaca no da leche, que la lleven al matadero, con el perdón del extremismo vegetariano.

1.- ¿Y por qué no funcionan los resortes?

La respuesta es obvia: Chávez y el chavismo, apoyados en las leyendas urbanas de Bolívar, el bolivarianismo, soporte de nuestro imaginario colectivo, y bajo estricta observación facultativa cubana, revivieron el Partido Militar que históricamente ha estrujado al mundo civil venezolano. Una vez convertidos en el brazo armado del Estado-Psuv, se han dedicado a gozar del poder utilizando las armas de la república para hacer efectivo el gran atraco nacional que los asaltantes llaman Revolución Bolivariana. Sin duda, es el brazo armado del Estado-partido lo que realmente sostiene a la dictadura venezolana, lo demás es pastelería y decorado de una gran torta envenenada.

2.-Radicales y moderados, todos tienen razón.

Para recuperar la Constitución y la democracia debemos derrotar al partido militar. Tomando en cuenta que los cubanos armaron la trampa y mueven los hilos del poder, surge una duda razonable: ¿derrotarlos con las armas? ¿Derrotarlos con votos? La dicotomía así planteada nos lleva a otro nivel, pero siempre atrapados por las dicotomías: ¿invasión  o negociación? Lamentable que los venezolanos, encajonados en estos dilemas, se dividan hasta la atomización, como si fuese posible hallarle respuesta fácil a un dilema como el de ser o no ser. Por lo pronto, presumimos que todos tienen algo de razón: ¿Los 60 años de dictadura isleña no dicen nada a los avispados de la negociación?  Pero a los radicales cibernéticos también se les puede preguntar: ¿y dónde están las armas y los combatientes que las van a empuñar? Las dicotomías tienden a simplificar borrando los matices que nos permiten entender.

3.- Bañarse en el Guaire para gobernar.

Una nueva oportunidad para derrotar al partido militar alumbra en el túnel, pero no hay peor ciego que el negado a ver. El próximo mes de diciembre vence el período de gobierno constitucional de Maduro. Se le abre un abismo legal que intentarán llenar con señuelos: nueva constitución y referéndum, elecciones municipales, represión y bonos navideños para los siervos de la gleba. Añádanle bastante bla, bla, bla. Pero  Maduro y el partido militar saben que la pasada elección de mayo es un molesto fardo que no logran descargar. Tal vez, sin proponérselo, los abstencionistas minaron el camino de la reelección. Desconocidos los resultados por el mundo entero, tendrá que lanzarse al Guaire para gobernar desde la otra orilla, sin poder bañarse de legalidad.

4.- Con una sesión es suficiente.

La Asamblea Nacional,  que tanto se empeñó  en preservar su virginidad  constitucional,

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FOTO: El Estímulo

tiene ante sí la ocasión de actuar de acuerdo a sus competencias. A partir de diciembre no hay presidente en Venezuela, pero más aun: el mundo lo sabe y buena parte de aquel dice estar dispuesto a poner empeño para resolver el caso venezolano. Debe admitirse la merma de esa institución, la represión, su división y pérdida de popularidad le afectan severamente. La Asamblea Nacional está herida, y por ello, la sociedad civil organizada y todos los dolientes debemos rodear y apoyar a la única entidad legítima que nos representa como nación. Debemos exigirle el cumplimiento de su deber y, en un solo bloque –la nación y su representación–, debemos cumplir con la obligación de proclamar el fin del período de Maduro y solicitarle al mundo que nos respalden en la realización de elecciones libres y democráticas. Seguramente muchos factores actuarían en contra de esta opción de poder, pero la lista de factores favorables también se puede extender. He aquí algunos de estos:

a.-Se muestra un horizonte de corto plazo que puede actuar como señal para activar a toda la sociedad. Esto podría dar esperanza a una sociedad tan golpeada por la desesperanza.

b.-La comunidad internacional recibirá un mensaje único y concreto. Fin de la ambigüedad invasión-negociación. Ya no se podrá afirmar que los venezolanos no sabemos lo que queremos.

c.- La petición de apoyo internacional para salvaguardar un proceso electoral es mucho más “mercadeable” que la petición de invasión para iniciar una guerra.

d.- La sola amenaza de realizar elecciones con apoyo internacional reconocido es un poderoso factor de negociación que pone en suspenso al gobierno de Maduro.

e.- Nos focalizamos en un solo propósito. Con un solo norte nos inmunizamos frente a los distractores.

f.-La posibilidad de elecciones libres, sin tutelaje oficial, abre una opción al chavismo disidente que desee participar.

g.-Los partidos, en paralelo, deberían  reagruparse o remozarse  para convivir en la escena democrática.

h. La posibilidad de una contienda electoral, libre del tutelaje del partido militar, ofrece la ocasión histórica de cambiar el relato histórico bolivariano. Los civiles podemos defender la libertad cuando los portadores de las armas traicionan su misión. El mito de la soberanía cautiva del poder militar se podría quebrar.

Una poderosa  Asamblea Nacional, en reunión extraordinaria, con el apoyo resteado de la sociedad organizada, las academias, los universitarios, los gremios y sindicatos, sus representantes, y toda expresión organizada de la sociedad civil, con una sola y estruendosa sesión que incluya al cuerpo diplomático –insistimos, con una sola sesión– la dictadura de Maduro estaría en jaque. Permitir que el dictador “reasuma” el mando, sin siquiera patalear, sería la confirmación del modelo cubano, la consagración de la humillación. En el peor de los escenarios, debemos renovar los votos de la ilegalidad contraídos por Maduro y su partido militar.

@EzioNoc 

El autor es doctor en Historia. Director de Investigación del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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