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COVID-19 Un desafío a la Libertad

Foto extraída de: Mvnoticias.com

Pedro González Caro | 27 de marzo de 2020

La democracia es un concepto mucho más amplio que una simple forma de gobierno “del pueblo para el pueblo”, La Democracia es una forma de vida. En democracia, los ciudadanos tienen la oportunidad de aprender y ayudarse unos a otros a formar los valores y establecer las prioridades que servirán de guía para instrumentar sus planes de desarrollo, pero para lograrlo es imperativo desarrollar cultura cívica que permita construir comunitariamente los valores y principios que determinaran esa forma de vida y nuestra relación con el resto de los ciudadanos, con nuestra historia y nuestro gentilicio.

El ser humano, por naturaleza, es un creador de culturas y de ideologías que se materializan por medio de la observación y la interacción con su entorno y se hace praxis a través de valores y creencias individuales. Estos valores van forjando en los hombres la conciencia desde que nacen van surgiendo como resultado de un proceso interactivo continuo que en conjunto influye y marca definitivamente los principios éticos que regirán su vida en cada uno de los diferentes roles que le corresponda jugar en la sociedad.

La conciencia que impulsa al ser humano creador de motivaciones tiene, en nuestro idioma, al menos tres sentidos. Uno que implica la percepción de un hecho exterior ya sea un objeto, una cualidad o una situación, un segundo, que la vincula al conocimiento y diferenciación del bien y el mal y un tercero que la relaciona con el yo; de estos tres sentidos surge una vinculación estrecha de la conciencia con el racionalismo humano, de modo que puede decirse que ella tiene una naturaleza intencional y que se fundamenta en la experiencia del hombre que se identifica con la realidad que lo envuelve, trascendiendo a sí misma y que continuamente evoluciona en una espiral infinita en el tiempo

En algunas ocasiones nos sentimos impotentes ante la impresionante fuerza que tienen los hechos, que nos arrastran hacia una dirección en la que no queremos ir. Si el hombre, un gobierno, o una institución, renuncian a conducir y se dejan arrastrar, renunciarán a cambiar esa velocidad y dirección de la realidad y por el contrario son arrastrados por ella, entonces se estará renunciando al principal derecho humano que es decidir con libertad hacia dónde se quiere ir y cómo luchar para alcanzar esos objetivos. La libertad se ejerce de acuerdo con los principios fundamentales que nacen en la conciencia, en la familia y en la sociedad, es ahí donde este valor se orienta, forma, educa y respalda, forjando personas íntegras, capaces de asumir el desafío.

Esta realidad, de alguna forma intenta doblegar la voluntad del hombre, es allí donde surge su lucha por someterla a su voluntad. Sin embargo, como no puede llegarse a un sitio sin haber transitado un recorrido, tampoco puede decidirse sin reflexionar. Las respuestas a nuestra crisis no proceden de reacciones instintivas, ni de deducciones meramente lógicas y deterministas, más bien surgen como resultado de decisiones fundamentadas. Así pues, la planificación surge como esa herramienta indispensable que, utilizada en forma consiente siguiendo los principios éticos, puede garantizarle al hombre esa libertad de elegir su camino,  las formas de transitarlo y cómo llegar al final.

La realidad que vive Venezuela en este tiempo, hoy reforzada por el COVID-19, pareciera estar ganando esta lucha. Aspectos trascendentes como la pobreza crítica, niveles de desnutrición alarmantes, deterioro estructural y sistémico de la institucionalidad, crisis de valores en general, entre otros indicadores, han sobrepasado la capacidad de asombro de los venezolanos y cada vez con mayor fuerza operan y deterioran la esperanza de cambio, del pueblo venezolano que la enfrenta.

En esta hora menguada, la disciplina y el cumplimiento de las normas se hacen imperativos, no pueden lograrse objetivos, si lo que priva es la conducta irreflexiva y visceral, generar respuestas irreflexivas o impulsivas nos empuja al riesgo de perder la brújula, el norte, que direcciona nuestro esfuerzo. Justamente de eso es que se trata, debemos mantener muy presentes los objetivos que perseguimos, de otro modo el trabajo arduo y difícil puede hacernos olvidar para qué estamos luchando y con ello hacer nuestra lucha más larga y más cruenta.

Es el momento de actuar en forma ordenada y sistemática. Debemos identificar los recursos disponibles y priorizarlos: comida, agua, aseo personal y medicinas, entre otros. Debemos racionalizar su uso para garantizar la mayor eficiencia, además, establecer los medios y el tiempo para la necesaria reposición.

Es indispensable establecer mecanismos de comunicación con nuestros familiares y reportarnos, pero sobre todo, debemos comprender que la responsabilidad de nuestra propia seguridad es de cada uno y si cada uno hace lo que debe hacer todos lo haremos. No estamos de vacaciones, estamos en cuarentena.

Venezuela eres tú. Venezuela somos todos, es nuestro desafío!

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