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El Leviatán (Estado), su evolución como agente del desarrollo nacional

Psicología y Mente

José Castrillo*

En el siglo XX, la humanidad ha visto un crecimiento de la complejidad estatal, entiendo por tal la expansión del sector público en todas las sociedades. Esta expansión se tradujo en la creación de órganos y entes públicos, regulaciones y normas que permiten ejecutar políticas públicas para enfrentar los problemas o demandas de la sociedad, que no pueden ser atendidas por el mercado o la iniciativa privada.

El Estado como la estructura del poder especializada, acrecentó sus roles (regulación, promoción y control) y funciones (ejecutiva, legislativa, judicial y administrativa), a la par de la complejidad de la sociedad contemporánea. El sector público, por tanto, ha venido creciendo en todas las sociedades desarrolladas y subdesarrolladas.

La historia del progreso humano, en parte, ha dependido del papel y funciones que ha venido asumiendo el Estado para corregir inequidades sociales, creando condiciones e incentivos para el desarrollo económico y garantizar una seguridad social mínima que aúpe la paz social y el bienestar colectivo, particularmente, de los sectores populares, sea a través de la provisión pública de educación, sistemas masivos de transporte y salud gratuita (Estado de Bienestar).

El Estado, también ha asumido la inversión o gasto público en obras y servicios como construcción de trenes, autopistas, carreteras, puentes, infraestructuras que apoyaron la expansión de las actividades productivas, que los agentes económicos utilizan para desarrollar sus actividades, agregando valor a los PIB nacionales.

El sector público moderno ha sido un agente estratégico del desarrollo nacional, al lograr la procura existencial de las mayorías sociales, a través de su red de bienestar social, que en unos países es más eficiente que otros, creando infraestructura de apoyo a la producción, dando garantías de seguridad jurídica individual, suministrando servicios de justicia y manteniendo el monopolio de la violencia legítima, fortaleciendo sus competencias de extracción de recursos (potestad tributaria) en la sociedad, para sufragar los gastos de su burocracia y de sus políticas públicas orientadas a resolver problemas colectivos.

Las sociedades contemporáneas son producto del desarrollo y complejidad estatal, a través de los cuales la función de gobierno ha asumido el compromiso para hacer la vida en común o POLIS, más fácil y armoniosa en el marco de la pluralidad de intereses y visiones diferentes, que interactúan dentro de las mismas.

El Estado regula las relaciones sociales, económicas y políticas dentro de la sociedad, procurando los equilibrios dinámicos que permitan la gobernanza política en función del régimen político dominante.  En tal sentido, se formó un consenso social alrededor de la idea de que el Estado debía apoyar tanto la equidad social como el crecimiento económico, procurando así la estabilidad sociopolítica y el progreso material.

Paralelo a la expansión del Estado, las mayorías de las sociedades idearon mecanismos de movilización política y controles sociales para evitar los abusos del Estado, dado su acumulación de poder. Desde el punto de vista de nuestro marco descriptivo, el aspecto crucial no es sólo la expansión del papel y las capacidades del Estado, sino la manera en que este proceso estuvo acompañado con una profundización de la democracia y del control desde la sociedad organizada.

La capacidad de control de la sociedad aumentó al mismo tiempo que lo hacía la del Estado, por lo que la expansión del sector público no abrió las puertas al totalitarismo como temía el economista Friedrich A.  Hayek, en su ensayo “camino a la servidumbre.”  Claro, su temor a la expansión del Estado, se basó en la experiencia totalitaria de la Unión Soviética.

En las mayoría de las sociedades, la expansión del sector público o estatal, en términos históricos, permitió mejoras sociales, económicas y políticas, ampliando las libertades, creando entornos de seguridad individual y colectiva bajo las premisas del principio de legalidad de todos los actos públicos, del gobierno responsable y limitando el ejercicio del poder político. Ello gracias a las movilizaciones de los diversos sectores de la sociedad que entendieron que debían apoyar la expansión del Estado y sus funciones sin que llegara a ser un Leviatán despótico, que cercenara las libertades individuales y colectivas de los ciudadanos.

La expansión del poder del Leviatán (Estado) representó una necesidad histórica para regular y dar protección, seguridad y certeza a los ciudadanos que respaldaron su creación. Ello por supuesto implicó luchas políticas y sociales para evitar que dicho poder se convirtiera en un Leviatán despótico.

Hoy frente a los grandes desafíos que vive la humanidad como el cambio climático, la globalización económica, las revoluciones tecnológicas (5G, la Inteligencia Artificial, el Internet de las cosas), los viejos y nuevos conflictos geopolíticos, el crimen transnacional, las inmigraciones masivas, el sector público o el Estado debe reinventarse para seguir siendo un actor estratégico del desarrollo nacional frente a estos retos externos y a los retos nacionales como el malestar social, la desigualdad, la pobreza crítica y la polarización política.

(*) Politólogo / Magíster en Planificación del Desarrollo Global.

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