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Por qué las protestas de los trabajadores no han llevado a un cambio político en Venezuela

La lucha por un mejor salario y el respeto de las contrataciones colectivas ha mantenido a los empleados públicos en las calles. Como lo destaca el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, solo en septiembre se reportaron 572 manifestaciones, 324 de ellas por derechos laborales. Los dirigentes gremiales Dick Guanique, Ana Rosario Contreras, Pedro García y Servando Carbone coinciden en que este año han luchado por reivindicaciones básicas mientras buscan la unidad del movimiento de trabajadores

Vanessa Davies

De Parque Carabobo, frente al Ministerio Público, caminaron a la sede de la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU), en el centro de Caracas. Era miércoles 26 de octubre y el sol aplastaba a las decenas de personas que portaban pancartas y coreaban consignas críticas contra el gobierno de Nicolás Maduro. Ese día se escenificó la enésima protesta de 2022 de los trabajadores universitarios para exigir la derogación del instructivo de la Oficina Nacional de Presupuesto (que redujo los salarios de los empleados públicos entre 40% y 70%), y también, para solicitar que la bonificación decembrina se cancele de una sola vez y no fraccionada.

Concentraciones, marchas, piquetes… Este año ha transcurrido entre manifestaciones laborales (a un ritmo de dos y tres por semana), que posiblemente llegaron a un punto culminante en el mes de agosto cuando los docentes rechazaron a viva voz el pago diferido del bono vacacional. El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social registra 692 protestas contra el instructivo de la Onapre durante 2022; la mayoría, entre julio (106), agosto (296) y septiembre (111). Solo en septiembre se reportaron 572 acciones de calle, 324 de ellas por derechos laborales.

Sin embargo, la presencia constante de manifestantes no ha logrado que las autoridades desistan de la aplicación de un instructivo que el propio Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) dice que no existe, aunque el Estado lo sigue aplicando. Tampoco ha conseguido un cambio político, o cuando menos avanzar hacia la redemocratización del país. ¿Por qué?

Agenda para recuperar derechos

Dick Guanique, coordinador del Frente para la Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato (Fadess), afirma −en conversación con Polítika UCAB− que las protestas de este año “no han tenido el sello político de ‘vamos por el gobierno’ o ‘vamos a cambiar el gobierno. Las protestas de este año han sido, fundamentalmente, por la recuperación de derechos”.

La defensa de derechos como el respeto por la contratación colectiva, la recuperación del salario y la estabilidad laboral alentaron la mayor parte de las manifestaciones. Un salario mínimo de 16 dólares versus una canasta básica de mil dólares, evidencian cuál es la gasolina que mueve las protestas. “Todas nuestras luchan han estado dirigidas a eso”, reitera Guanique. “Nosotros le cuestionamos a este gobierno que toda la crisis la hemos pagado los trabajadores, porque nuestro salario ha sido pulverizado y nuestras reivindicaciones han sido desconocidas”.

−¿Nunca se plantearon un cambio político?

−Nunca nos planteamos enfrentar al gobierno para un cambio político. Nosotros creemos que habrá momentos distintos en el país en los que los trabajadores, la sociedad civil y el pueblo tomarán otros mecanismos para un proceso de cambio político. Incluso, se habla de elecciones para el próximo año. Nosotros no estamos en ese camino. Nosotros aspiramos a resolver los problemas que nos afectan directamente a los trabajadores. Necesitamos resolver la unidad de los trabajadores, la unidad sindical de los trabajadores.

La intención del movimiento sindical “no es cambiar el gobierno”, insiste Servando Carbone, coordinador de la Unión Nacional de Trabajadores (Unete). “El movimiento sindical está en la calle por las luchas reivindicativas. Venimos de un retiro forzado por la pandemia, y ahora, al volver a la presencialidad, nos encontramos con compañeros que están poniendo su propio salario para poder ir a sus sitios de trabajo”, ejemplifica Carbone en diálogo con Polítika UCAB.

La pelea de los trabajadores venezolanos en este momento “es por sus reivindicaciones”, y aunque “subsiste la necesidad del cambio político, lo que hoy nos agrupa es la violación de los derechos laborales”, diferencia Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Enfermeras del Distrito Capital, consultada para este trabajo. Cada quien, como ciudadano, tiene su visión sobre la situación política, agrega Contreras, pero la agenda del presente es reivindicativa.

La construcción de la unidad

El movimiento sindical no está al margen de la debacle del país, subraya Pedro García, presidente de la Asociación de Educadores Jubilados y Pensionados Unidos de la Región Capital. “Hay falta de unidad de propósito y falta de unidad estratégica en cuanto a cuál debe ser el rumbo, y esa dispersión no ha permitido que el movimiento sindical se estructure como una fuerza social compacta que apunte más allá de la defensa de los derechos laborales”, razona García en entrevista con Polítika UCAB.

Para Dick Guanique este es un proceso en construcción: “Necesitamos una política en la que la unidad de acción y la unidad estratégica pueda ser un instrumento que vayamos construyendo”. A ese momento unitario, considera García, no se ha llegado, «y esa es la causa por la cual no se ha visto un avance significativo en cuanto a superar la grave crisis política del país”.

Por otra parte, el año 2022 se ha ido en las movilizaciones para recordarle al Estado que hay derechos básicos que está violentando. “Son derechos que ya teníamos”, refiere García. “Ni siquiera estamos peleando por derechos nuevos, o por nuevas reivindicaciones. Estamos defendiendo lo que teníamos, de lo que nos han despojado: los contratos colectivos y los beneficios adquiridos en históricas luchas”.

El TSJ dice que el instructivo de la Onapre no existe, pero “los ministerios lo siguen aplicando, y restando más de 80% del salario integral de los trabajadores”, puntualiza Ana Rosario Contreras.

La del gobierno de Maduro “ha sido una política ruda contra los trabajadores”, acusa Servando Carbone. Sin embargo, como lo señala García, hasta ahora los trabajadores no han dado “el salto cualitativo” hacia “la unidad orgánica superior que se plantee la superación de la grave crisis política del país”.

Crisis política que ha desembocado en un gobierno de legitimidad cuestionada, un gobierno interino que va perdiendo apoyos, partidos políticos venidos a menos y un proceso de negociación con facilitación internacional que se suspendió hace un año porque la delegación oficialista se levantó de la mesa. Y, en el medio, millones de personas que sobreviven en las carencias.

Por lo pronto, como expone Ana Rosario Contreras, a los trabajadores los une la necesidad de organizarse para poder exigir, bajo ese paraguas de lucha, las reivindicaciones que quieren. Por ejemplo, un salario mínimo que permita vivir y no sobrevivir. “La regla de oro la establece la Constitución, que garantiza que el salario mínimo debe tener correspondencia con el costo de la canasta básica”.

Pero en el tránsito al futuro −cercano o lejano− no se puede perder de vista que los trabajadores han cumplido un rol clave en momentos de cambio político en Venezuela, como la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958, rememora García. También en el mundo, y el caso más sonado es el del sindicato “Solidaridad” de Polonia, con Lech Walesa a la cabeza. “En momentos de crisis de las sociedades, los trabajadores siempre han jugado un papel”, reflexiona el docente, “y en Venezuela estamos llamados a eso: a la movilización no solo por las reivindicaciones laborales, sino por la reconstrucción del país”.

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