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Andrés “Chola” advierte que si en 2024 se repiten posturas individualistas no habrá posibilidad de cambio

Tomada de El Estímulo

Pertenece a la generación que solo ha conocido al chavismo como modelo político que aspira a construir el cambio para Venezuela. Esos jóvenes líderes aparecieron por primera vez en las protestas del año 2007, se hicieron visibles en las de 2014 y se reencontraron ya como dirigentes políticos en las de 2017. Son los rostros de la nueva dirigencia forjada en aquellas luchas de calle. Luego de triunfos y decepciones, uno de ellos, Andrés Schloeter “Chola”, nos cuenta sus vivencias en un país golpeado y decepcionado de eso que llaman la política. Afirma que no se da por vencido y mantiene la convicción de que Venezuela encontrará el camino del cambio.

Francisco Olivares

En estos tiempos de escepticismo por el futuro pareciera que dedicarse a la política de manera profesional y honesta no sería la mejor opción. 24 años de chavismo en el poder en Venezuela, escándalos de corrupción que han conllevado la bancarrota y una oposición dispersa y enfrentada entre ella, han conducido a la mayoría de la población a no alinearse con ninguno de los dirigentes actuales y más de 7 millones de venezolanos, gran parte jóvenes, agarraron sus morrales de sueños y se fueron a buscar un futuro, repitiendo lo que ya había ocurrido en otros países del continente en donde dominaron autocracias y dictaduras militares: “el último que apague la luz”.

Sin embargo, en Venezuela aún quedan dirigentes jóvenes que, durante los años 2007, 2014 y 2017 lideraron las protestas masivas en casi todo el país, siguen trabajando desde sus organizaciones y comunidades para procurar un camino hacia las libertades y la democracia. Es una generación que el único modelo político que ha conocido es el implantado por Hugo Chávez y la revolución Bolivariana.

Algunos de ellos han tenido que irse al exilio, otros han padecido o aún se encuentran en cárceles políticas, pero una gran parte de aquellos que hoy ya pasan los 30 años han logrado espacios en las rendijas que todavía ofrecen las instituciones heredadas; han ocupado cargos en concejos municipales o gobernaciones; han construido fundaciones comunitarias, promovido la defensa de los derechos humanos, o son dirigentes con sus organizaciones y partidos políticos.

Andrés Schloeter “Chola”, militante del partido Primero Justicia, no mira el panorama tan oscuro. Gran parte de su actividad la ha desarrollado en el popular barrio de Petare del municipio Sucre, estado Miranda, el más grande de Venezuela. En 2013 fue electo concejal, siendo el segundo más votado y el más joven, de ese municipio. En 2021 participó como candidato a alcalde de esa municipalidad por la coalición de partidos políticos que confluían en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), sin embargo fue derrotado, entre otras razones, por la división y desacuerdo con otras corrientes opositoras. Esto también les impidió ganar la gobernación del estado frente al chavismo.

Aunque reconoce que toda esa etapa de protestas fue muy dura, piensa que Venezuela tiene una reserva moral y ética que no convalida el robo masivo que se ha registrado en el país. Para construir ese cambio necesario no solo están los que se decidieron por el camino de la política. Resalta también que hay muchos venezolanos con convicciones en las comunidades donde ha trabajado. “Hay personas que han logrado salir adelante con pequeñas empresas en estas condiciones precarias, sin libertades económicas y han tenido que lidiar con la corrupción y la burocracia que les complica cualquier gestión para salir adelante”, señala.

“Los periodistas han salido adelante a pesar de la censura y el cierre de medios de comunicación. El cambio y la nueva Venezuela se van a nutrir mucho de la diáspora. De esos 7 millones 200 mil venezolanos que están afuera, si bien muchos ya no van a regresar, sus emprendimientos los siguen vinculando al país; mientras que los que retornen traerán la experiencia de sociedades donde los servicios públicos funcionan. Los ciudadanos no sólo exigen sus derechos sino que también cumplen con sus deberes. Todo ello es una reserva para el país. Para que una vez que se logre el cambio político pueda haber una transición hacia una democracia sólida. Yo le apuesto a eso y confío en todas esas personas, en su trayectoria”, afirma.

Un alemán en Maracaibo

Andrés ha tenido que lidiar desde niño con el hecho de llevar un apellido alemán, Schloeter. Nació en Maracaibo, estado Zulia, gracias a su tatarabuelo alemán que solía viajar al puerto de Maracaibo a comerciar con el café y el cacao de esa región, muy apetecidos en Europa, hasta que conoció a una maracucha y allí construyó su hogar.

En Maracaibo, en donde “el chalequeo” se combina con la idiosincrasia del “maracucho”, desde los primeros años del colegio ese apellido resultaba impronunciable para un niño de ese caliente trópico por lo cual el sobrenombre “Chola”, un calzado ligero muy popular de las familias venezolanas, era lo más parecido para ellos. Luego, en las comunidades en las que se integró fue quedando estampado su nombre como Andrés “Chola”, un apodo amigable, cercano y pronunciable para comunicarse con este dirigente.

Su inclinación a la política le llegó por su abuelo, Fernando Chumaceiro, dirigente del partido socialcristiano COPEI, el primer alcalde de Maracaibo en 1989 cuando la democracia venezolana estableció la libre elección de autoridades regionales en el proceso de descentralización. Se convirtió para Schloeter en un referente por su trayectoria.

Andrés se inclinó hacia el trabajo comunitario influido por el trabajo social desarrollado durante sus estudios en un colegio católico, que realizaba visitas anuales a misiones asentadas en territorios de las comunidades indígenas de waraos del estado Delta Amacuro y los pemones del estado Bolívar. Sin electricidad, sin baños y durmiendo en el suelo, esas vivencias le dieron felicidad y satisfacción.

En la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) se vinculó con la política. Fue presidente del Centro de Estudiantes de Economía y resultó electo como representante estudiantil al Consejo Universitario. Su último año en la UCAB en 2007 lo vivió con mucha efervescencia, pues se produjo el cierre de Radio Caracas Televisión (RCTV) que causó mucha indignación y protestas en el país; además el chavismo promovía la reforma constitucional para consolidar definitivamente el modelo centralista en el país.

En 2008 se produjeron las elecciones de alcaldes y por primera vez en años de dominio chavista, la oposición democrática logró ganar la Alcaldía del municipio Sucre con Carlos Ocariz del partido Primero Justicia. Fue el primer lugar en el país en donde se lograba conquistar un espacio dominado durante diez años por el chavismo.

Schloeter, aunque era de Maracaibo, encontró en la popular parroquia de Petare de ese municipio, un lugar donde trabajar, pues estaban solicitando gente joven para incorporarse a las actividades de la alcaldía y comenzó a laborar en la oficina de Asuntos Comunitarios. “Así conocí de punta a punta ese municipio que tiene cinco parroquias. Es el tercer municipio más grande del país y el más poblado del estado Miranda. 60% de sus habitantes está formado por sectores populares y resulta muy desigual su composición porque tiene un área rural como Mariches con gente que se dedica a la siembra, la zona industrial de Los Ruices y Petare que fue creciendo informalmente con sus barriadas populares. Yo recorrí todas sus calles. Para mí eso fue mi tercer posgrado”.

-¿Qué les dejó el período de protestas que protagonizaron en 2017 y qué aprendizaje se puede desprender de aquellos sucesos cuando la oposición retoma la vía electoral abandonada durante esos años?

El año 2017 fue de protestas sociales y políticas en donde la gente pedía un cambio en el país y participando en esas protestas me reencontré con los viejos amigos de la universidad con los que había compartido la actividad política en la calle y las protestas de la época contra el cierre de RCTV y la reforma constitucional que logramos que no fuera aprobada. Algunos de ellos ya eran diputados, alcaldes o concejales. Esos amigos habían tomado caminos distintos pero la calle nos volvió a unir. Recuerdo a David Smolansky, Juan Andrés Mejías, Miguel Pizarro, Juan Requesens, Juan Guaidó, Freddy Guevara, Manuela Bolívar, José Manuel Olivares,  Stalin González, entre muchos dirigentes.

Fue un proceso muy doloroso y hoy en día siento que el ímpetu que teníamos en ese momento, la fuerza que tuvimos en la calle fue muy efervescente y muy potente; pero no logramos los cambios que tanto anhelamos, a pesar de nuestra disposición. Tuvimos que pagar con las injusticias y la fuerte represión que ocasionó lamentables asesinatos.

Hoy en día tengo una posición más madura. Entiendo que es importante protestar y cada vez hay más razones para hacerlo, como está ocurriendo con los sectores laborales y docentes. Pero un cambio político frente a este régimen que tenemos no se logra de un día para otro, y no solo como un deseo. Quienes están en el poder no son demócratas y tienen un propósito de mantenerse a toda costa. En aquellos años demostraron de lo que eran capaces. A partir de allí vivimos algo que ha sido sumamente doloroso: ver como gran parte de su población ha tenido que emigrar.

-Has tenido una labor destacada en las comunidades, especialmente en Petare. ¿Cómo iniciaste esa actividad y qué ha pasado con los programas que impulsaste?

En el año 2018 estábamos instalando el Concejo Municipal de Sucre que era un evento muy importante para mí. Era un logro haber recibido la presidencia del Concejo. Entrando a la sesión solemne en la puerta me detuvo una señora y me dijo: “¿concejal, le puedo pedir un favor?”. Ella tenía una bebé de meses en sus brazos, con una manta que la cubría. Me dijo que necesitaba una ayuda porque su hija se estaba muriendo de hambre. Al tiempo que lloraba, levantó la manta y la bebé tenía la piel amarilla, estaba muy afectada por la desnutrición. “Vengo del hospital y allá me dijeron que tengo que conseguir esta lista de medicinas” dijo. Sacó un papel con la larga lista. Le hice un video con mi celular en donde ella pedía lo que requería. Tomé sus datos de contacto y le di los míos. Puse el video en mis redes y entré a la sesión. En seis horas conseguimos todo lo que hacía falta. Allí me di cuenta del poder de las redes sociales. Conseguimos la lista completa y mucho más. La experiencia sirvió para ratificar la solidaridad de los venezolanos en momentos difíciles. Lamentablemente la bebé no sobrevivió por la desnutrición avanzada. Fue muy doloroso.

A partir de esa vivencia con un amigo, Ángel Alvarado Rangel, decidimos replicar en el municipio Sucre el proyecto que había desarrollado Roberto Patiño, líder comunitario que también proviene del movimiento estudiantil del año 2007, en el municipio Libertador, quien había creado la ONG Alimenta la Solidaridad. Le dije: ‘Tenemos que hacer todo lo que esté en nuestras manos para que ningún niño de Petare vuelva a morir por falta de alimentos”. Creamos un fondo para ayudar a los menores en situación vulnerable en las comunidades populares del municipio. El primer comedor se montó en la casa del padre Alejandro Moreno en el barrio San Isidro y desde allí comenzamos a crecer. Hoy después de cinco años @Alimentalasolidaridadpetare es una iniciativa con más de 29 comedores.

Salí del concejo municipal en 2018 y me dediqué a promover este proyecto con pasión. Logramos atender a 2500 niños todos los días y ya brinda asistencia a 20 mil niños en varias regiones del país.

Alberto Kabbabe asumió como director general de Alimenta la Solidaridad cuando Roberto Patiño y yo renunciamos en 2021 a la ONG. Nos desvinculamos totalmente de este proyecto para que no se le asociara como una plataforma para la política o intereses personales.

Este programa no es obviamente la solución para la crisis alimenticia que sufren los sectores populares en el país. Lo que quisiéramos es que esos espacios se convirtieran en promotores de nuevas oportunidades generadas por las mismas comunidades, vinculadas con la educación, emprendimientos, etc., que permitan a la gente salir de la pobreza y no hacer permanente la dependencia que suelen promover las políticas populistas.

-Las decisiones de no participar en elecciones durante varios años solían estar casi siempre en manos de los jefes de los partidos. ¿Este cambio de retomar la vía electoral para el año 2024 contó con la consulta de los líderes medios y militantes del partido Primero Justicia?

En las elecciones regionales convocadas en noviembre de 2021 se llegó tarde a la decisión de participar y no todos los partidos estaban dispuestos a trabajar por candidaturas unitarias. Hubo problemas para la construcción de acuerdos en varios estados del país. Miranda no fue el único. Allí la oposición fue dividida. Hay elecciones en otros estados que se perdieron por esa misma razón. Hay un ejemplo que fue todo lo contrario: Barinas. Allí todos los sectores se pusieron de acuerdo a pesar de las distintas arbitrariedades del gobierno. Al final se logró un consenso de respaldar a Sergio Garrido del partido Acción Democrática luego de que inhabilitaran a dos candidatos opositores sucesivamente. Garrido ni siquiera era del mismo partido político del candidato inicial electo, que fue inhabilitado y no reconocido por el ente electoral. Ante el conflicto, todas las fuerzas políticas opositoras se unieron y lograron conquistar esa gobernación que era emblemática por ser la cuna del chavismo. Nunca se había ganado. Fue una lección para todo el sector político opositor.

-¿Piensas que ese hecho impactó a los partidos para que ejercieran la democracia interna con más disciplina?

Creo que a raíz de ese momento vino un cambio dentro de Primero Justicia. Las bases comenzaron a promover mayor participación y se dieron las elecciones internas que para mí fue el primer hito del partido, pues se eligió desde abajo. Yo fui electo como jefe del partido en el estado Miranda. Se habían planteado unas elecciones internas para quienes querían optar a esa posición pero finalmente hubo consenso. En Primero Justicia, gracias a ese proceso, se eligió por primera vez a una mujer como presidenta: María Beatriz Martínez.

Las decisiones se comenzaron a tomar respetando la institucionalidad interna. Ese proceso llegó a su clímax cuando todos fuimos voz y voto en la decisión de seleccionar a la persona que asumiría la candidatura presidencial por parte del partido para las primarias opositoras que deberán realizarse en octubre de 2023. Para ello se convocaron a todos los comités políticos regionales donde votaron los representantes de todos los municipios del país. Se postularon tres candidatos y terminó ganando Henrique Capriles en 19 estados. En esas elecciones participaron los militantes que están en el exterior como el estado número 25.

Ahora somos un partido que tiene una estructura más federal en la participación y en la toma de decisiones. Esperamos que ese ejercicio de democracia interna se desarrolle en el resto de los partidos opositores que promueven la democracia.

Las victorias políticas que hemos tenido contra el régimen chavista no ocurrieron de un día a otro. Se fueron construyendo. En 2013 fue el momento que estuvimos más cerca de lograr el cambio político porque la diferencia entre Nicolás  Maduro y Capriles fue menor a 200 mil votos, según cifras oficiales. Fue un resultado muy cerrado en donde el ventajismo del que suele valerse el chavismo terminó llevando a Maduro a mantenerse en el poder.

En el año 2015 la participación nos permitió lograr las dos terceras partes de la Asamblea Nacional gracias al trabajo de unidad que se venía haciendo. Tuvimos un gran crecimiento político que nos convirtió en mayoría para una alternativa democrática para el país. Lamentablemente el régimen se ha aferrado al poder a través de muchas vías; pero también en la oposición algunos decidieron tomar atajos que nos hicieron retroceder.

Yo he sentido que quienes insistimos en participar hemos sido como esos buques rompehielos que van adelante en los glaciares para abrir el camino a otros. Hemos roto el hielo que se había formado en esos años de abstención para finalmente abrir esta ruta política que arranca con las primarias, para que ojalá se lleven a feliz término los comicios previstos del año 2024.

Si se repiten en 2024 posturas individualistas, no habrá posibilidad alguna de lograr un cambio político. Se trata de que todos los que queremos un cambio político podamos ir con una candidatura que nos una. 

El  chavismo es una minoría pero está compacta y unida. Por primera vez se les ve una fisura con todo ese escándalo de corrupción que ellos mismos han divulgado. Saquearon el país y ahora se están peleando el botín.

-Tú formas parte de ese grupo de jóvenes que tomaron la política como un camino para servir al país, pero la gran mayoría se ha ido y se suele hablar de que en Venezuela no se está formando una generación de relevo. ¿Tu caso y el de otros dirigentes de las luchas de 2014 y 2017 son excepcionales?      

No creo que el cambio político sea un tema de edad. Los jóvenes como nueva generación podrían tener la capacidad de liderar un cambio. Pero también los de mayor edad y experiencia pueden impulsarlo. Creo que es transversal. No es el reto exclusivo de una u otra generación. En todo caso la tarea de esta generación, además del trabajo, es prepararse y formarse lo mejor posible para participar en ese cambio en el cual estarían incluidas las tareas de gobierno, dirección y conducción. Quienes estuvimos en los procesos de 2014 y 2017 como dirigentes estudiantiles ya estamos incorporados desde distintas posiciones y organizaciones. En las comunidades en las que he trabajado está mi fuente de esperanza. Son gente apostando por una Venezuela desde el trabajo y la actividad comunitaria. Eso me da esperanza. Es la que hace que uno no se dé por vencido.

Andrés “Chola” Felipe Schloeter Chumaceiro

Economista egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Maestría en Gerencia Pública en el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA). Es coordinador del partido Primero Justicia en el municipio Sucre, estado Miranda. En el año 2013 fue electo como concejal de la Cámara Municipal de Sucre de Miranda para el período 2013-2018, lapso en el que se desempeñó como presidente de la Comisión de Tributos, Actividades Económicas y Desarrollo de la entidad. En 2017 fue electo como presidente del Concejo Municipal de Sucre para el período 2017-2018. Fue director de la Asociación Civil de Formación Política para Jóvenes (FORMA) y de Alimenta la Solidaridad Petare. Impulsó iniciativas en el municipio como El Faro Comunitario, Esquina de Ideas, Mujeres Empoderadas de Petare, Montaña Creativa, Forjando el Éxito, entre otras.

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