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Candidatura de Maduro y habilitación de María Corina determinarán destino de Venezuela

Hay dudas sobre la pertinencia de una nueva candidatura de Nicolás Maduro y la ausencia de un líder socialista que pueda reunificar al chavismo en 2024. La inhabilitación de Machado no cambiará las pocas posibilidades del chavismo-madurismo de recuperar a su electorado

Francisco Olivares

Cuando Nicolás Maduro reconoce que no sabe si será candidato presidencial para 2024, deja entrever que el partido oficialista y la cúpula que gobierna al chavismo no tienen claro el plan para 2024 y la fórmula para mantenerse en el poder. También revela que hay posturas enfrentadas a lo interno del gobierno en cómo abordar el tema electoral ante el ascenso opositor alrededor de María Corina Machado y el rechazo cada vez más profundo que registra el heredero de Hugo Chávez.

En entrevista con su gran aliado internacional, Ignacio Ramonet, especialista en geopolítica internacional, al responder sobre sus aspiraciones a concurrir para un tercer período presidencial en las elecciones de 2024, Maduro confesó: “es prematuro todavía. Apenas el año empieza. Solo Dios sabe… No Diosdado (Cabello), Dios. Esperemos que se definan los escenarios electorales (…) estoy seguro que, con la bendición de Dios, tomaremos la mejor decisión”.

Agregó que “la decisión de su candidatura nunca estará por delante ni de ambiciones personalistas ni individualistas ni ego ni sangre azul, pero sí de los intereses de la patria… Cuando se tome la decisión, sea la que sea, saldremos todos a conquistar. (…) en 2024 el pueblo de Venezuela le va a dar una nueva lección a los imperios del mundo, a la derecha oligárquica, a los extremistas, que no olvidarán durante décadas”.

Concertar una entrevista con un aliado de gran influencia como Ramonet no suele ser algo fortuito, y tanto las preguntas como las respuestas suelen responder a un propósito estratégico. Alguna razón ha tenido Maduro y la cúpula de poder para poner en el debate la duda de si será o no candidato presidencial. El mensaje sugiere la posibilidad de otro candidato o incluso, la de la suspensión del proceso electoral establecido en la Constitución bolivariana… “Sólo Dios sabe”…

Mientras se manejan estas incógnitas en los círculos cerrados del poder, en sus intervenciones públicas de fin de año no han faltado los anuncios optimistas de supuestos “tres años de crecimiento económico sostenido”, el aumento y consolidación de inversiones extranjeras y nacionales, y una Venezuela idílica  como lo promete cada año desde 2013. “Sigamos derrotando las dificultades por amor infinito a nuestra Patria. Falta mucho por hacer, pero con la unión lograremos grandes cosas. ¡Contamos con la bendición de Jesucristo!” dijo. Al lado de estos mensajes sigue el intento de posesionar su imagen al lado del héroe imaginario “Súper Bigote” junto a “Cilita”, como la pareja que llevará la alegría y la justicia al hambreado pueblo venezolano.

La crisis que no ayuda

El escenario no es el mejor para el madurismo. La crisis económica que padece el país, la destrucción de su aparato productivo y la extendida corrupción han mermado la capacidad de maniobra del gobierno y los ha distanciado de su base social, para la cual ya no son suficientes las dádivas que recibe a través del programa “Plan Patria”,  que no satisface a 82% de la población venezolana que vive en situación de pobreza.

De manera que para el madurismo reconstruir un liderazgo que pueda competir electoralmente en 2024 resulta cuesta arriba, a pesar del control del Consejo Nacional Electoral (CNE), los poderes públicos y de la Fuerza Armada Nacional. Entre los problemas graves que enfrenta está que la mitad del chavismo expresa su rechazo al madurismo y en los últimos años no ha logrado promocionar a otro líder que pueda competir con una candidata como la liberal María Corina Machado.

El “segundo” en la línea de mando, Diosdado Cabello, históricamente ha sido uno de los más rechazados por las bases en procesos internos. Sus giras por las regiones han mostrado la ausencia de apoyo popular a pesar del gran aparato que ha utilizado para sus eventos. El gobernador carabobeño Rafael Lacava pareciera no resultar confiable para el grupo que gobierna. Los hermanos Rodríguez, Jorge y Delcy, tampoco cuentan con gran apoyo de las bases como para cambiar las tendencias electorales que se mueven en los venezolanos. Se ha hablado hasta de María Gabriela Chávez, como heredera de Hugo Chávez, pero lleva muchos años en el exterior en cargos diplomáticos desligada de los problemas del país, además de que el liderazgo no es transferible, lo cual ocurre igualmente con “Nicolasito” Maduro Guerra, a quien han tratado de promover con proyectos desde la Comisión de Economía, Finanzas y Desarrollo Nacional de la Asamblea Nacional.

En resumen, el chavismo no cuenta con una opción electoral y un liderazgo que rescate algo de lo que quedó enterrado con Chávez, cuya figura cada vez se hace más lejana y olvidada en el Cuartel de la Montaña.

Los atajos del chavismo

Uno de los atajos más relevantes que utilizó Maduro para crear un escenario que le permitiera suspender el proceso electoral de 2024 fue un presunto conflicto armado con Guyana, a partir de la histórica reclamación que lleva 123 años y sobre la cual Guyana ha ejercido dominio.

El plan no resultó de la manera prevista y fue evidente el fracaso a la convocatoria del consultivo realizado el pasado 3 de diciembre,  que no logró movilizar a la población ni desviar la atención sobre el apoyo recibido por la candidata María Corina Machado, estimado en 75% de los electores del país.

Sin embargo ese escenario bélico aún sigue en pie. Se decretó la creación del estado Esequibo con gobernador incluido, se ordenó movilización militar hacia la frontera y aunque hasta ahora, se perciben como medidas simbólicas, forman parte de la intención de profundizar el conflicto frente a Guyana.

Uno de los grandes soportes de Maduro, el ministro de Defensa, general en jefe, Vladimir Padrino López, dijo recientemente: “la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) está preparada para garantizar la integridad territorial y la defensa del territorio Esequibo”. El pasado 17 de  diciembre, al encabezar los actos en el Panteón Nacional, con motivo de conmemorarse los 193 años de la muerte del Libertador Simón Bolívar, exaltó la división entre venezolanos “patriotas”, los del gobierno, y “traidores”, los que adversan sus posiciones políticas.

Como uno de los principales voceros políticos expresó: “la reciente dinámica internacional e interna del país nos permite más bien volver a definir bandos entre patriotas y apátridas, entre leales y traidores, entre bolivarianos y antibolivarianos. Hoy La Patria demanda de nosotros (…) la defensa de nuestra integridad territorial, la cual contempla irresolublemente el territorio Esequibo”.

Para la analista del área militar y presidente de la ONG Control Ciudadano, Rocío San Miguel, “este tipo de discursos son peligrosos para el país, pues todos los venezolanos consideramos el Esequibo nuestro. Sin embargo, hay diversas opiniones sobre cómo proceder en torno al tema, por ejemplo algunos creemos indispensable fortalecer la posición del Estado ante la Corte Internacional de Justicia y no abandonar el caso. Esto no puede verse como traición a la patria, independientemente de otras medidas que puedan y deban tomarse”.

El escenario real

La realidad del país es que los efectos económicos, como lo destaca ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, han llevado hasta noviembre del 2023, a que más de 7 millones de venezolanos salieran del país movidos por el hambre, la pobreza extrema y la necesidad; viéndose forzados a arriesgar su vida en trayectos peligrosos;  centenares han muerto en la selva del Darién (entre Colombia y Panamá), en rutas de Suramérica, Centroamérica y México, Mar Caribe y en el paso del río Bravo (entre EEUU y México).

Con una pobreza de 82% y salarios muy bajos es imposible esperar una recuperación económica a niveles de hace 15 años atrás. Las industrias del país, públicas y privadas, trabajan entre 20 y 30% de su capacidad, sin contar las que fueron de Venezuela;  hay una reducción de 80% del parque industrial de acuerdo a las cifras de Conindustria.

El director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, al presentar el balance de 2023, señaló que la economía este año cayó 0,7%, contrastando con anuncios oficialistas que han asegurado un crecimiento de 4,5%. El consumo privado tuvo una caída de 4%, mientras la inflación cierra en 172,6%, la más alta del mundo, y en dólares de 11,1%. El bolívar sigue en declive con una devaluación de 51,7%, lo que quiere decir que perdió aproximadamente la mitad del valor que tenía a inicios de año. Venezuela registra el más bajo salario mínimo en el mundo. El Observatorio Venezolano de Finanzas ubica la inflación al cierre de 2023 en 193%, y proyecta que se mantendrá en un promedio cercano a 176% en 2024. El promedio de la inflación mundial para 2024 se proyecta en 3,9%, a pesar de la escalada en los conflictos geopolíticos.

El factor político

Hasta la fecha de este análisis el país está a la espera de la decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) sobre la inhabilitación de la candidata María Corina Machado.

En Venezuela sabemos que no será una decisión de un cuerpo independiente y magistrados autónomos. La decisión está en manos de una reducida cúpula de funcionarios de Nicolás Maduro. En ella se estudian los escenarios del compromiso contraído con Estados Unidos para aliviar las sanciones, el acuerdo de Barbados con la oposición y la opinión de sus principales aliados como Rusia, Cuba e Irán.

Sin un acuerdo político de esa naturaleza que genere ingresos al gobierno, difícilmente Maduro podrá satisfacer las exigencias del sector militar y mantener a raya las protestas sociales.

El escenario bélico también se pone cuesta arriba cuando sus principales aliados de la región, en especial, Brasil y los países del Caribe, están del lado de Guyana.

Negar la habilitación de María Corina Machado no soluciona del todo el avance político opositor. El apoyo logrado por un candidato único desde las primarias del pasado 22 de octubre, ha creado una fuerza que se ha ido consolidando. El plan RED 600K, impulsado por Vente Venezuela y la alianza opositora, es una estructura que integrará a 600 mil ciudadanos para proteger la votación opositora fundamental para el proceso electoral de 2024. A ella se suman las organizaciones civiles ya existentes y los partidos políticos que están trabajando para ese fin.

Una decisión de sacar a Machado como candidata no elimina la fuerza acumulada por todos los sectores que la respaldan, como tampoco su liderazgo. En ese escenario podría surgir un outsider que aglutine esa fuerza organizada por la democracia, a pesar de las campañas en contra que seguramente se intensificarán para descalificar a un designado y hacerlo ver como “potable” para Maduro.

De lo que se trata no es de apoyar a un mesías, ni de un cambio de gobierno con promesas de dádivas para la población, sino de un proceso de transición que podría llevar un largo período para la recuperación en la que, medidas como la eliminación de la elección indefinida, le cerraría el paso a la tentación de  populistas y autócratas que quieren permanecer eternamente en el poder.

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