¿¡Por la fuerza!?
Mil y una preguntas vienen a mi mente cada vez que recorro las calles de la capital venezolana y las respuestas las tengo ante mis ojos, pero sigo como los demás: callado, como un ciudadano, un estudiante andante y en constante movimiento, a la espera de que pase algo. “Algo”, que al parecer está muy lejos de pasar, tomando en cuenta la escasa preponderancia en la política nacional que tiene la oposición venezolana.




















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