Por: Benigno Alarcón / 11 de septiembre de 2014
La salida de la actual crisis política no podrá ser sin los militares ni contra los militares. (Carlos Blanco. El Nacional 11-05-2014)
La semana pasada Maduro hizo una serie de anuncios, principalmente en torno a cambios ministeriales, que había anunciado desde hace algún tiempo como El sacudón. El hecho de que tales cambios fueran en su mayoría un enrosque entre Ministerios, en el que la mayoría de los que estaban fueron sencillamente rotados de cargo, fue motivo de críticas e incluso burlas entre voceros y partidarios de la oposición.
Ha sido un pecado permanente de la oposición el siempre subestimar al adversario. Recuerdo aún todo lo que se decía sobre la incapacidad de Chávez para gobernar cuando estaba recién electo, así como los chistes y burlas que se originaban por sus decisiones iniciales, hasta que éstas fueron concretándose en hechos por los que después de algunos años comenzaron todos a tomárselo muy en serio. Si esto fuese una lección aprendida, deberíamos tomarnos en serio cada decisión por inexplicable que parezca y comenzar a buscar explicaciones algo más razonables que la estupidez presidencial.
Quienes estamos interesados en la política más allá de los 30 minutos obligatorios para todo ciudadano frente al televisor o al periódico para enterarse superficialmente y a grandes rasgos de lo que pasa, tenemos la obligación de identificar explicaciones más allá del chiste superficial sobre las razones y el significado de estos cambios, así como sobre sus posibles consecuencias.
La lógica de Chávez y ahora de Maduro, nada tiene que ver con la lógica de la mayoría de nosotros, porque las motivaciones, medios y fines que persigue el chavismo poco o nada tienen que ver con los nuestros. La oposición, o al menos buena parte de ella, entiende la política como lucha democrática electoral, mientras que para el chavismo, y sobre todo para el chavismo sin Chávez, la lógica es la de la supervivencia política en la que los mecanismo de la democracia son un medio y no un fin en sí mismos. Los mecanismos democráticos como las organizaciones participativas, la constituyente, los consejos comunales y las mismas elecciones han sido y seguirán siendo utilizados para liquidar a la democracia misma y consolidar en el poder a quienes actualmente nos gobiernan.
El uso de los mecanismos de la democracia, desde el poder, para destruir la propia democracia no es una simple coincidencia entre Chávez y Maduro, ni tampoco es algo que Chávez descubrió y trasmitió a Maduro. La selección de Maduro, más que por empatía, que al parecer también la había, se hace principalmente porque Chávez necesitaba a alguien que siguiera sin discutir los lineamientos de quienes fueron sus mentores para mantener el control del país desde 1999. Entre estos mentores destaca el más longevo de los dictadores, Fidel Castro, pero no solo por su experiencia en Cuba que no era aplicable al caso venezolano, sino por el dominio de la supervivencia política y de los mecanismo de adaptación de los autoritarismos a la Post-Guerra Fría, además de su capacidad para servir de anfitriones de Venezuela en su entrada a un mundo de relaciones internacionales con otros gobiernos sobrevivientes de la Guerra Fría, algunos de ellos hoy muy poderosos nuevamente, que se convertirían en socios y protectores del gobierno venezolano gracias a la construcción de una arquitectura de intereses que hoy hacen de Venezuela un aliado importantísimo para la red de países no democráticos.
En medio de uno de los momentos de mayor inestabilidad política que el chavismo haya vivido, las 5 Revoluciones y la redistribución de poder que acompaña su anuncio, deben entenderse desde esta lógica de supervivencia política. Es evidentemente falso que los cambios ministeriales tomaron por sorpresa a todos, y en especial al Ministro Ramírez, de quien hasta videos han circulado para “comprobar” su sorpresa y disgusto. El Sacudón nada tiene que ver con lo que llamamos una meneada de mata dentro del gobierno, sino que por el contrario pareciera ser más bien el resultado de un largo proceso de negociaciones que se inició hace meses atrás cuando Maduro anunció por primera vez lo anunció[1]; para luego, en el mes de Julio, reconocer que postergaría su anuncio hasta el 15 de agosto, aunque tampoco fue así, sino que el plazo se alargó hasta llegar a un acuerdo entre las diferentes facciones de las que depende la sobrevivencia de quienes, junto a Maduro, comparten hoy el poder[2]
Evidentemente, si bien es cierto que el nombre “El Sacudón” genera expectativas sobre cambios dentro del gobierno, y los cambios en el gobierno expectativas sobre cambios en las políticas, los cambios de política no fueron anunciados, como muchos esperaban, porque los ajustes necesarios en nada contribuyen a la supervivencia del gobierno, sino que por el contrario se traducirían en elevadísimos costos políticos, tal como advertía Aristóbulo con aquella célebre y desesperada expresión: “si quitamos el control de cambio nos tumban”. El Sacudón se limitó entonces a hacer los cambios internos apostando que los mismos eran suficientes para generar expectativas y comprar algo de tiempo.
¿Significa esto que no habrá medidas de ajuste como ha sido la interpretación de los mercados financieros internacionales? No, necesariamente. Las medidas que el gobierno venezolano tomará no son las que los financistas internacionales desearían o los organismos internacionales aconsejarían porque, nuevamente, la lógica de lo que está en juego aquí es la supervivencia política de quienes están y quieren mantener el poder, y no la transformación de un sistema económico evidentemente inviable.
En este sentido, lo que cabe esperar es la ejecución de medidas mínimas necesarias que permitan al gobierno generar el flujo de caja para poder cumplir con el pago de la deuda externa y no caer en default, lo que condenaría los necesarios financiamientos futuros, así como el funcionamiento del aparato burocrático, las redes clientelares y el aparato represivo de los que depende la gobernabilidad del país durante este y el próximo año. Es así como medidas tales como el aumento de la gasolina y de los impuestos se mantienen en la mira, como lo reconocieron el Vicepresidente Arreaza y luego el diputado Sanguino, además de otras que aumenten el necesario flujo de divisas para la importación de bienes básicos.
Es así como las 5 Revoluciones anunciadas por Maduro se centran básicamente en tres objetivos: 1.-lograr el flujo de caja necesario para pagar a actores esenciales para continuar manteniendo el poder (entre quienes se destaca el aparato político, el comunicacional y el represivo incluido lo militar, policial y judicial), 2.- fortalecer la relación clientelar con las redes comunitarias y el aparato burocrático, y 3.- aumentar los controles sociales y represivos que permitan mantener la situación bajo control.
Para hacer posible la superación de esta situación, era necesario negociar una redistribución del poder político de la cual, como era de esperarse, el sector militar sale espacialmente fortalecido dada la necesidad de que continúen en el mismo barco y así mantenerlo a flote, aún por la fuerza si fuese necesario. Es así como a Marcos Torres, General activo, le toca imponer las medidas económicas, controlar y administrar (distribuir) los escasos recursos de manera tal de garantizar que quienes tienen el monopolio del uso de la fuerza siempre estén bien atendidos. De igual manera, los Chávez vuelven a la palestra con nada menos que el control del Ministerio de Petróleo y Minas, lo cual podría ayudar a tranquilizar las tensiones entre la familia Chávez y la familia presidencial, e incluso mantener bajo control las apetencias.
Quizás la más comentada y menos comprendida de las rotaciones es la del más longevo de los burócratas del chavismo, el por diez años Presidente de PDVSA Rafael Ramírez, hoy nuevo canciller de la República Bolivariana de Venezuela. En lo que algunos han interpretado como el verdadero sacudón hay varias consideraciones que deben hacerse para ajustar las interpretaciones posibles. En primer lugar, desde la cancillería a Ramírez le tocará continuar haciendo lo que mejor ha hecho durante sus años al frente de PDVSA, negociar contratos con empresas, financistas y gobiernos internacionales que han permitido al venezolano contar con los recursos necesarios para mantener los altísimos costos de financiamiento de la revolución. Las relaciones tejidas por Ramírez durante estos diez años y su habilidad como negociador cobran especial importancia en un momento en el cual hay que convencer a los financistas internacionales de continuar comprando bonos y entregando fondos, aunque muchos de los ajustes que servirían para garantizar el repago de la deuda no se implementen de inmediato por razones de supervivencia política, más que por dogmatismos ideológicos. Asimismo, otra negociación importantísima que tocará a Ramírez coordinar es la venta de Citgo, ya no solo porque ello produciría un flujo de caja de por lo menos 15.000 millones de dólares, sino por el riesgo de que se produzca en el corto plazo una medida de embargo por las demandas entabladas contra PDVSA por varias empresas petroleras norteamericanas. Mientras tanto PDVSA, pese a la abundancia de candidatos para presidirla, queda en manos de Eulogio del Pino, quien fuese el operador de mayor confianza de Rafael Ramírez, y quien por ello ocupará la Vicepresidencia de Exploración y Producción desde poco tiempo después de que Ramírez llegara la presidencia de la Petróleos de Venezuela. Si seguirá Eulogio del Pino trabajando coordinadamente y de manera leal con Ramírez o responderá a otras lealtades, es algo que estará por verse, pero su designación en un puesto tan apetecido es el mejor escenario para un Rafael Ramírez que sale de PDVSA para ocupar la Cancillería y continuar lidiando con actores internacionales, temas en donde los negocios petroleros seguirán siendo la carta más importante de negociación.
Otro movimiento en el tablero que no puede perderse de vista es el de Elías Jaua, quien pasa de la Cancillería, en la cual no tenía fortaleza alguna para el juego de la diplomacia internacional y que resulta vital para una Venezuela cada vez más dependiente del exterior, a la Vicepresidencia del Gobierno para el Desarrollo del Socialismo Territorial y al Ministerio de las Comunas y el Desarrollo Social, convirtiéndolo así en el actor más importante de la política social al darle el protagonismo de la intermediación entre el Estado Comunal y el Gobierno.
Esta jugada es en mi opinión el centro de la estrategia de supervivencia política denominada como de las 5 Revoluciones, y de la que depende en buena parte la consolidación del proyecto socialista en el poder tras la muerte de Hugo Chávez. Recordemos que un Chávez visionario reclamaba amargamente, antes de su muerte, acelerar la consolidación del Estado Comunal. De la consolidación del Estado Comunal, pues sabía de las debilidades que amenazaban la continuidad del proyecto tras su partida. Es así como el necesario cambio de la arquitectura político administrativa del Estado, reclamada por Chávez, y el fortalecimiento de las redes clientelares pasan a ser las estrategias a la que el gobierno apuesta para su consolidación, tal como Chávez apostó a las misiones cuando su continuidad se vio amenazada por la inminencia de un Referendo Revocatorio que habría perdido tan solo un año antes de su celebración.
Evidentemente esta estrategia, a diferencia de lo que sucedió con las misiones cuando Chávez apostó a su implementación en el 2003, tropieza con el obstáculo financiero que no pareciera tener solución en lo inmediato. Es justamente por ello, y considerando que los recursos no son suficientes para todos, que los mecanismos de control social como los Consejos Comunales y Comunas y el racionamiento digitalizado, cobran especial importancia para vincular los mecanismos clientelares con la lealtad política de cara a los próximos proceso electorales, sobre todo considerando que la lealtad, tras la muerte de Chávez, ya no es más hacia el líder sino hacia un sistema de cuya capacidad para condicionar con premios y castigos las decisiones de la mayoría depende su propia supervivencia.
Es por razones como las explicadas que el haber esperado la semana pasada una cadena nacional en donde se hicieran anuncios de ajustes económicos sobre aumento de la gasolina, recortes del gasto público, unificación cambiaría y devaluación es, por decir lo menos, ingenuo. Anuncios de esta naturaleza se hacen solo en gobiernos democráticos y altamente institucionalizados que actúan responsablemente ante el país y la comunidad internacional, porque no apuestan a su permanencia ilimitada en el poder, sino a tomar decisiones acertadas y trascendentales para las próximas generaciones, aunque ellas resultasen impopulares y se asumiera el costo de su permanencia en el poder en unas próximas elecciones.
Pero, como decíamos al inicio de este artículo, el que no se hayan anunciado hasta ahora no quiere decir que todo el Paquete Ramírez hay sido abortado. Es predecible que serán tomadas aquellas medidas que resulten imprescindibles para garantizar la supervivencia política, no el bienestar de la mayoría, y entre ellas se incluyen aquellas capaces de generar el flujo de caja necesario para mantener la lealtad de quienes depende de mantenerse en el poder, sobre todo en tiempos turbulentos como los que se avecinan. Es ahí donde el General Marcos Torres tiene la responsabilidad de administrar de manera tal para mantener a su propio gremio, el militar, remando en medio de la tormenta hacia puerto seguro, mientras se encuentra el camino y las condiciones para la consolidación de un modelo que necesitará en el largo plazo asumir cierto nivel de pragmatización económica para sobrevivir en lo político, tal como chinos y rusos aprendieron, y ahora los cubanos tratan también de hacer.
[1] http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/actualidad/politica/maduro-anuncia–sacudon–total-en-el-gobierno.aspx
[2] http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/actualidad/politica/maduro-aplaza-el-sacudon-que-iba-a-dar-dentro-del-.aspx
Categorías:Opinión y análisis
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