Movilización popular y cambio político
Daniel Fermín Álvarez – 29 de abril de 2016
1.102.136 firmas fue el primer balance que ofreció la Mesa de la Unidad Democrática de la jornada de recolección de firmas para iniciar el proceso de activación de un referéndum revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro. Lo que debió ser un paso administrativo terminó siendo, en realidad, toda una gesta, que pasó por semanas de espera ante una operación morrocoy del Poder Electoral, y que incluyó la acción de una serie de diputados encadenándose en la sede del Consejo Nacional Electoral como medida de presión.
La cifra excede, de sobra, las 196.000 firmas que exigía el ente comicial. La intención, por supuesto, es la de demostrar músculo. Sin embargo, los mismos organizadores de la iniciativa se vieron sorprendidos por la respuesta popular. Sin convocatoria, miles de venezolanos amanecieron en cola, esta vez no por alimentos o medicamentos, sino para manifestar su voluntad. A pesar del miedo, del recuerdo de aquella infame “lista Tascón”. Esa voluntad apunta hacia el cambio político, en momentos en los que 86% de los venezolanos tiene una percepción negativa de la situación del país y más de 60% culpa directamente al gobierno y al presidente de la crisis. Si la ruta a seguir es la del referéndum, tendrá que sortear, primero, un entramado burocrático que pasa por entregar estas firmas, su validación, la recolección de otras cuatro millones de firmas, la posterior validación de estas y, finalmente, la realización de la consulta popular sobre el mandato presidencial; en segundo lugar, tocará, sin lugar a dudas, superar las barricadas institucionales representadas, sin rubor, por el Tribunal Supremo de Justicia, la Fuerza Armada Nacional y el mismo CNE.
El cambio es un anhelo compartido de millones de venezolanos. Pero los cambios políticos no se dan por generación espontánea. Tampoco, como sostienen muchos, son simplemente producto de acuerdos de élites políticas, económicas y militares. Hay un actor fundamental, sin el cual es muy cuesta arriba emprender un cambio: el pueblo. Más aun, el pueblo activo, movilizado en pro de un objetivo y una causa común.
La entrega de la famosa planilla para la recolección de firmas se entregó en el marco de una significativa presión popular. El CNE anunció la entrega del documento a la víspera de una movilización nacional pautada por los factores democráticos hacia todas las sedes regionales del organismo. A pesar de altisonantes declaraciones, según las cuales el CNE no aceptaba presiones de ningún actor político, en la práctica eso es exactamente lo que sucedió. El liderazgo político apostó por la movilización popular y tan solo el prospecto de esta generó la presión suficiente para que el Poder Electoral cediera.
Queda claro que la movilización popular es esencial para lograr el cambio político. Pero no toda movilización es efectiva. ¿Qué características debe tener una movilización para conducir al cambio? Daremos algunas pistas al cierre de este Editorial.
Abrimos nuestra edición de esta semana reseñando el evento que, el día de ayer, se llevó a cabo en el Hemiciclo Protocolar de la Asamblea Nacional. Se trata de la Conferencia Internacional “Claves para una Reforma Electoral Exitosa”. Allí se dieron cita diputados, expertos nacionales e internacionales, academia y sociedad civil organizada para intercambiar experiencias sobre integridad electoral e iniciar consultas con miras a una reforma que redunde en la mejora de la calidad del sistema electoral venezolano y de sus procesos. Ya están disponibles para todos nuestros lectores las ponencias de este importante evento para la construcción de la institucionalidad democrática.
En el marco del Proyecto Integridad Electoral Venezuela, Eugenio Martínez escribe una nueva Baranda Electoral, en la que explica los pasos para la convocatoria del Referéndum Revocatorio planteado por la oposición y por qué los electores que firmaron por el 1% deben ahora autenticar su huella ante el CNE.
En Opinión y Análisis, Carlos Romero trae una nueva entrega de su columna Debate Ciudadano. “La reconstrucción nacional en la agenda política venezolana” analiza el Programa de Febrero, propuesto por el presidente Eleazar López Contreras en 1936, y la defensa que en éste hay del federalismo. En línea con nuestro comentario inicial, cabe destacar que no se entiende el 21 de febrero de 1936 sin el 14 de febrero de 1936, es decir, sin la movilización popular presionando por el cambio político.
En Bitácora del Poder, Fernando Arreaza escribe “La diferencia entre lo bueno y lo fácil”. Arreaza aboga por lo que llama la “política silenciosa de los acuerdos y los apretones de mano” de cara a los procesos políticos que se avecinan.
Finalmente, en el Espacio Plural, Francisco Seijas nos trae “¿Dónde centrar esfuerzos?”, una honda reflexión sobre la necesidad de superar la pugnacidad y el odio en la tarea de reconstruir el país.
El pueblo movilizado es fundamental en los procesos de cambio político. Pero ¿Cómo debe ser esa movilización? Hay al menos cinco claves en este sentido: En primer lugar, la movilización debe ser, inexorablemente, no violenta, lo que no quiere decir tibia ni poco contundente. La evidencia a nivel mundial es, en esto, muy clara: Más de 80% de iniciativas no violentas han triunfado contra regímenes autoritarios, incluso sanguinarios, en el mundo, mientras que 61% de las iniciativas violentas han devenido en estruendosos fracasos. La violencia no sólo atenta contra el espíritu democrático del pueblo venezolano, sino que, además, eleva las barreras de participación, inhibe la adhesión de los descontentos y cohesiona a las filas del régimen.
En segundo lugar, la movilización debe ser organizada y disciplinada. En esto es fundamental el papel de los partidos políticos, que deben, también, fortalecerse para emprender estas tareas. En tercer lugar, debe procurarse que la movilización se dé en un contexto de alianza amplia, diversa y plural, que incorpore y reconozca la heterogeneidad del país. Una unidad de este tipo es esencial en la estrategia y los propósitos de la movilización popular. Finalmente, una movilización de este tipo solo es posible si reiteramos el norte y talante democráticos de nuestra sociedad civil, resaltando los valores de la diversidad, la tolerancia y la comunidad.
El cambio es el gran deseo de los venezolanos. Solo los venezolanos, unidos, movilizados y atentos, podremos procurar que ese cambio se cristalice democráticamente sin las frustraciones propias del espectador pasivo.
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