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Editorial Nº 119: Dos maneras distintas de sobrevivir

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Dos maneras distintas de sobrevivir

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Daniel Fermín Álvarez – 1 de julio de 2016

Sobrevivir se ha convertido en la misión más importante para los venezolanos. Busca sobrevivir la gente, haciendo frente a la peor crisis de la historia. Busca también sobrevivir el régimen, de cara al deslave de su base de apoyo y al riesgo claro, cuando no certeza inevitable, de perder el poder. Son dos maneras distintas de sobrevivir y pareciera que, entre ellas, son incompatibles. Quizás por esto las prioridades del gobierno están tan lejos de las prioridades del pueblo.

El gobierno ha sido explícito: Su objetivo inmediato es derrotar a la Asamblea Nacional. Así lo ha declarado el presidente Maduro. Derrotar la Asamblea para conservar el poder, desde luego. En este sentido, hemos venido insistiendo en una acción concertada, desde el poder, para levantar barricadas al cambio político. El esfuerzo ha sido sistemático, y apunta hacia impedir la activación del referéndum revocatorio presidencial. Pasados mil y un obstáculos, nacidos del capricho y la discrecionalidad, toca ahora esperar una nueva alcabala: la verificación de la validación. Para esta fase-trabalenguas, innecesaria por demás, el CNE se ha reservado 20 días hábiles. Voceros del régimen han exigido (¿ordenado?), además, que la siguiente etapa, la recolección de firmas de 20% del Registro Electoral, se realice en un solo día, y utilizando solo 20% de las máquinas disponibles. “No se la vamos a poner fácil”, es el argumento del diputado Diosdado Cabello, que no descansa en ninguna lógica constitucional ni jurídica, sino en el más primitivo instinto de supervivencia. Si hay revocatorio, lo saben, están perdidos.

Han ido más allá. Grupos oficialistas solicitan al Tribunal Supremo de Justicia repetir el proceso de recolección del 1% de las firmas, y voceros de la oposición dan crédito a versiones según las cuales el TSJ respondería a favor de esta petición. Otros grupos del gobierno acuden al máximo tribunal para pedir la “abolición” de la Asamblea Nacional. Voceros oficialistas llaman al despido de funcionarios públicos que hayan firmado contra el presidente Maduro, y ya se conocen casos en los que venezolanos han perdido becas y empleos por haber ejercido un derecho político básico.

La política internacional también apunta a la supervivencia, como bien ha desarrollado el profesor Víctor Mijares en otros espacios, y como evidencia la actuación de la diplomacia venezolana en distintos escenarios. Sobrevivir es el nombre del juego. ¿Para qué? Para llegar a 2017, para esperar un golpe de timón, algún imponderable en la economía mundial que mejore la situación para el régimen, de pronto un milagro que evite la salida del poder y el cese de los privilegios para un grupo que se ha enquistado y para el que es muy costoso abandonar ya Palacio…


Abrimos esta edición con el Comunicado, emitido hoy, en el que la UCAB y organizaciones de la sociedad civil organizada exigen al CNE garantizar derechos de participación de participación política de todos los electores, de cara a la activación de un Referéndum Revocatorio presidencial. Recomendamos a todos la lectura y difusión de este importante documento.

En su Carta del Director, Benigno Alarcón escribe “A más libertad, más responsabilidad”, una reflexión sobre los desafíos de la democracia, el alcance de la demagogia y los retos de la transición política.

En Cable a Tierra, Guillermo Ramos Flamerich nos trae “La política como pedagogía”. Este artículo analiza el oficio político y hace votos por convertirlo en una herramienta para la cultura de la libertad.

En su Debate Ciudadano, Carlos Romero presenta “Institucionalidad y Seguridad Alimentaria”. Romero aborda el tema alimentario en Venezuela y desmonta la política oficial en esta materia, cuyo fracaso ha devenido en la más severa crisis para los venezolanos.

En el Espacio Plural, José Bucete escribe “Valemos”, su relato sobre el proceso de validación de firmas y la activación del revocatorio de Nicolás Maduro.


No hay tarea de supervivencia mayor a la que emprende a diario el pueblo venezolano. Sobrevivir, para la gente, es algo muy distinto, y mucho más dramático, que para el régimen. Se trata de necesitar 15 salarios mínimos para cubrir una canasta básica que sobrepasa los Bs. 200.000; es sortear una caída de más de 70% en el ingreso, a causa de la inflación; es mantenerse a flote en un contexto en el que las empresas que quedan han reducido sus operaciones forzosamente en 80%. Protestas por comida, saqueos a diarios, Cumaná, Tucupita, Catia. Es la familia que necesita más de Bs. 300.000 al mes para pagar alimentos y servicios… y que no los tiene. Son más de 20 venezolanos presos por motivos políticos en lo que va de año, víctimas del atropello y el abuso de poder. Es esto y tanto más.

La condición, lejos de ser estática, empeora cada día. Cada vez el dinero alcanza menos, es más difícil conseguir productos y servicios, son más escasas las medicinas y los alimentos. Y el gobierno, lejos de ser el aliado de la gente, de echarle una mano, de generar condiciones que indiquen al menos una tenue luz al final del túnel, se convierte en la piedra de tranca para la supervivencia de la gente. Por eso, entre las prioridades del gobierno no están la escasez, ni la inseguridad, ni la promoción del desarrollo. Lo suyo, y han sido en eso muy claros, es conservar el poder y, con él, los privilegios de la que se ha convertido en una casta encumbrada de la sociedad.

Son dos maneras distintas de sobrevivir y, aunque no tendría por qué ser así, las acciones del gobierno las han hecho mutuamente excluyentes. Para que sobreviva el pueblo, no puede sobrevivir este gobierno, pues es el causante directo de la crisis y de las penurias tan graves que vive hoy todo un país. Si alguna vez existió la posibilidad de plantear cambios en el gobierno como alternativa de salida a la crisis, la realidad muestra, cada vez más, que superar esta situación y salir adelante solo será posible, en primera instancia, con un cambio de gobierno.

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