Mesa de Análisis

¿Y a cuenta de qué tendría que haber elecciones en una dictadura?

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Ángel E. Álvarez –  24 de febrero de 2017

Comienzo por decir que el término “dictadura” es analíticamente impreciso. Tanto como lo es “democracia”. Ambos tienen un gran poder persuasivo en el discurso político, pero son bastante inútiles desde un punto de vista rigurosamente científico.

Cambiando lo cambiable, es como hablar coloquialmente de cáncer. Ningún experto en oncología diagnosticaría un cáncer, dicho así de forma genérica. En razón de su formación y por el bien del paciente, la labor del científico exige claridad conceptual y técnica que oriente el diagnostico. Su primer y principal deber consiste en determinar la naturaleza precisa de la neoplasia pues no todas son igualmente graves ni requieren el mismo tratamiento. Los vecinos y familiares del paciente dirán que “fulano o fulana tiene cáncer.” El oncólogo en su reporte dirá que el paciente presenta una lesión cuya descripción corresponde a la estructura de uno de los tantas neoplasias posibles, usando un nombre que regularmente termina en “oma”—como en carcinoma, linfoma, mieloma y otros similares. La precisión no se queda allí. Para cada tumor o lesión celular hay múltiples clasificaciones y grados.

Las ciencias políticas usan un método de diagnostico bastante cercano al usado en medicina. Al igual que en medicina, hemos usado categorías, conceptos y términos que se originaron en las empleadas mas rudimentariamente en la Grecia y Roma antiguas, pero que, gracias al desarrollo y acumulación del conocimiento, se han hecho progresivamente más precisas y cuantificables. Puede ser políticamente conveniente que  un ciudadano activo en política diga “esto es una dictadura” o “debemos luchar por la democracia.” Eso es válido e incuestionable en el plano del activismo político. No lo es en el del análisis científico de la política o politología.

Sé que hay charlatanes que con o sin bata y estetoscopio hablan de la salud y la enfermedad expresando más sus deseos de convencer que su saber.  Lo mismo ocurre en mi campo profesional. Hay muchos que se dicen “analistas” que son más bien propagandistas de una causa política. No los cuestiono, para sus fines y los de su causa pueden desempeñar un gran papel. Pero esa no es la tarea de un científico.

Dicho esto, paso a responder la pregunta que sirve de titulo a este artículo.  Si nos apoyamos en las opiniones y mensajes de los propagandistas, veremos muchas respuestas posibles. Una de ella serán del tenor siguiente: “este régimen no hará elecciones porque dictadura no hace elecciones”.  O tal vez repetirán como refrán: “dictadura no cae con votos”. Otros, del lado contrario de la calle, dirán, no siendo el tipo de gobierno una dictadura burguesa sino una verdadera democracia proletaria, “las elecciones no pueden ser un mecanismo para que la burguesía corrupta ocupe cargos sino para que el pueblo revolucionario participe” u otras frases similares en forma y en fondo.

venezuela_dictaduraDesde la perspectiva científica de la política, la pregunta inicial debe ser replanteada. El punto crucial es en realidad por cuáles razones los poderosos en un régimen con niveles altos autoritarismo (y, correlativamente, niveles bajos o muy bajos de democracia) estarían dispuestos a hacer elecciones que pondrían en riesgo la conservación del poder. Créalo usted o no, apreciado lector no especializado, ha ocurrido así. Y muchas más veces de lo que usted cree. En una próxima entrega resumiré las estadísticas al respecto. Los gobiernos autoritarios pueden hacer elecciones que ponen en riesgo su estabilidad y que  conducen en ocasiones a transiciones hacia regímenes más democráticos.

¿Cuándo ocurre esta circunstancia que los incrédulos lectores erróneamente estarán ya atribuyendo a mi ingenuidad o mi creencia en milagros? La respuesta simple: cuando no les queda más remedio. A veces ocurre por error también. En algunos casos, los gobernantes autoritarios hacen elecciones bajo la falsa creencia de que podrán ganarla o manipular los resultados fácilmente. El error humano existe y no hay que descontarlo, pero no siempre ocurre así por error.

En ocasiones, los regímenes se democratizan porque los gobernantes racionalmente hallan que es menos costoso para ellos ceder y permitir elecciones medianamente libres que ponen en riesgo su predominio, que mantenerse en el poder por la fuerza. Dos variables están presentes en todos estos casos. En primer lugar, ocurre así cuando los gobernantes tienen la certeza de que reprimir a un movimiento democratizador poderoso, organizado, activo y dispuesto a correr grandes riesgos, tendrá para ellos mas costos que permitir que se canalice la protesta por vías pacificas y electorales. En segundo lugar, también ocurre así cuando los gobernantes tienen la certeza (o casi) de que en su enorme mayoría los más poderosos saldrán impunes de la transición. La probabilidad de la transición a un régimen menos autoritario es mayor si  ambas variables toman valor alto.

En suma, lo que comúnmente se llaman “dictaduras”, que analíticamente son regímenes con valores altos en las dimensiones que miden el ejercicio autoritario del poder,  sí pueden permitirse hacer elecciones y sí pueden ocurrir estas que conduzcan (por error o calculadamente) a lo que comúnmente se denomina “democracias”.  Esto ocurre si y solo si los gobernantes son forzados para que ello ocurra. La ecuación  es simple, aunque no determinista sino probabilística. En próximas entregas cumpliré mi promesa de ilustrar lo dicho acá con evidencias.

 

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