
Editorial N°162:
¿Dónde está la política?
Daniel Fermín Álvarez – 21 de julio de 2017
La gran conquista de la sociedad venezolana en el siglo XX fue la política. Esta hizo posible –y es siamesa de- la democracia. La política representó un avance sin igual para un país que se dedicó, durante todo el siglo XIX, a la guerra, al exterminio fratricida, a matarse entre sí.
Así, la imposición dio lugar a la negociación y al diálogo. Conversando se entendió la gente. Diversidad de actores, de intereses, de maneras de pensar se encontraron el la esfera política y, a través de la conciliación, trazaron los grandes acuerdos que permitieron dibujar, en la diversidad y la heterogeneidad, un norte compartido para Venezuela.
En la lucha de la civilización contra la barbarie, la política fue crucial. Y lo fue porque hablar de política es hablar de civismo, de resolver las diferencias de manera civilizada, sin violencia; de reconocerse y, sobre todo, de respetarse. No, no hubo un reparto de cuotas entre gente de superficialidad ideológica, que pensaba más o menos igual. Lo contrario, quienes se entendieron ayer en Venezuela representaban ideas contrarias, en algunos temas diametralmente opuestas incluso. Allí el valor de dibujar ese futuro compartido, no en la uniformidad, sino en la diversidad.
Por supuesto, la política entró en crisis: las instituciones no lograron responder al ritmo de los cambio sociales, incluso de los promovidos en positivo por ellas mismas; la corrupción; el rentismo; el papel de las elites; la crisis de representación. Esto y mucho más. Sobre sus ruinas surgieron el chavismo y el primer antichavismo antipartido, con un mensaje muy similar.
La antipolítica se instalaría en el imaginario, con consecuencias muy reales: la promoción del militarismo y la vuelta del “gendarme necesario”, el takeover de los dueños de medios de la actividad que normalmente compete a los dirigentes políticos. Hasta 2006, cuando la política fue retornando, tímidamente. No, no son antipolíticas las críticas a la política, a los políticos ni a los partidos. Sí lo son, sin embargo, los procederes intransigentes y contrarios al entendimiento, al reconocimiento del contrario, a la libertad de pensamiento, acción y asociación. Aunque lo digan los políticos, no hay política en exterminar al contrario, en volverlo polvo cósmico. Nada más lejos. Los desafíos del presente exigen una vuelta a la política, en medio de alarmantes exhibiciones de comportamientos pre y anti políticos que nos hacen preguntarnos, con preocupación, hacia dónde va esto…
Abrimos la edición invitando a todos nuestros lectores a visitar nuestra nueva página www.democraciaennumeros.org. A través de este portal, podrán consultar los resultados del Barómetro de las Américas 2016-2017 que, en el marco del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP), desde el Centro de Estudios Políticos, hemos llevado a cabo en alianza con Vanderbildt University. Estamos muy satisfechos con el trabajo que se ha logrado en esta página, que presenta los datos del estudio Cultura Democrática en Venezuela: crisis y oportunidades, de forma gráfica y amigable.
En la Mesa de Análisis. Miguel Martínez Meucci escribe “Cuba es la piedra de tranca”. El autor analiza el papel de la comunidad internacional en el conflicto venezolano y hace especial hincapié en Cuba como actor de importancia para el desenlace.
En Debate Ciudadano, Carlos Romero escribe “Compromisos políticos en la sociedad venezolana”. Romero profundiza sobre el Pacto de Punto Fijo y ofrece su visión sobre el Compromiso Unitario para la Gobernabilidad, presentado en días recientes por la alianza opositora.
En el Espacio Plural, Pedro González Caro nos trae “¿Llegó la hora?”, un artículo sobre la necesidad de poner el foco sobre el orden, la disciplina y la claridad de objetivos. También en el Espacio Plural, Isaac Casado escribe “Transición a la democracia”, una perspectiva sobre los retos para el futuro inmediato de la patria.
En el marco del Proyecto Integridad Electoral Venezuela, presentamos el Reporte Especial Nº 38, dedicado al proceso constituyente de 2017, una lectura técnica a la iniciativa convocada por el presidente Maduro y al rol del Consejo Nacional Electoral, que atenta directamente contra la integridad del proceso.
Finalmente, en Recomendados, compartimos el último comunicado del Observatorio Electoral Venezolano. “Civismo y participación predominaron durante la Consulta Popular” es el balance que realiza OEV sobre la jornada del 16 de julio, y que recomendamos a nuestros lectores.
El oficialismo no cree en la política. Su planteamiento participativo no es sino una pantomima tutelada y nariceada en el chantaje rentista. Hoy, cuando el modelo hace aguas y la popularidad se ha ido para no volver, es evidente: colectivos paramilitares, malandros y militares representan el sostén del régimen.
¿Y del otro lado? La existencia misma de la MUD representa un logro político. Con todas las críticas que puedan hacerse, justificadas y no tanto, poner de acuerdo a un abanico tan amplio de maneras de pensar, de partidos y hasta de egos, es una muestra política contundente. Que la MUD deba ampliarse, ir más allá de la rosquita ejecutiva y asumir una mayor conducción es cierto, pero no desmiente lo anterior.
En esta lucha de más de cien días, una lucha de resistencia, se ha agudizado el conflicto. Y justo cuando más falta hace, pareciera que el gran ausente es la política. La calle es un instrumento político, pero no puede sustituir a la política. Así, la calle genera presión, deja claro el mensaje de todo un pueblo, pero la calle no puede ser un fin en sí mismo. Tampoco la calle puede convertirse únicamente en una épica para el enfrentamiento heroico contra militares y malandros armados. La naturaleza asimétrica del conflicto lo imposibilita. La política debe recobrar fuerza para conducir esta lucha y los dirigentes deben orientar la acción colectiva planteando una agenda concreta y realizable.
El régimen ha sido inclementemente violento frente al clamor popular. Como respuesta, parte de quienes hoy protestan de diversas maneras en el país, en el desespero y la frustración, están convencidos de que la única manera de derrotarlos es en su mismo terreno. Sí, indigna y entristece la manera en la que supuestos sectores de izquierda celebran y ríen con la represión, las arremetidas paramilitares y el fetiche de la prohibidera; pero también preocupa, mucho, cómo muchos de quienes dicen luchar por la libertad pretenden imponerse a sus vecinos, a sus compañeros de lucha, con métodos que les hacen parecerse a lo que tanto dicen enfrentar. La intransigencia y la violencia no hacen sino afianzar las bases del chavismo, no importa cómo quiera llamarse quien las enarbole.
¿Dónde está la política? Quizás el título, por provocador, es muy duro. La verdad es que desde la Asamblea Nacional se han hecho intentos genuinos por encauzar políticamente el conflicto. Sobre todo la Consulta Popular del pasado 16 de julio representó un triunfo de la política. El resultado de esa jornada abrumadora plantea nuevos desafíos, incluida la negociación. Sin complejos, sin tenerle asco a la palabra. Venezuela no puede seguir siendo el país en el que gobierno y oposición no se hablan. Debe plantearse una agenda concreta, no un show, que siente las bases para resolver la crisis y superar el conflicto, dándole al pueblo la última palabra como dueño de su destino. Podrá decirse que al régimen no le interesa, y eso es verdad, y ese reto solo la política y la presión popular pueden encararlo.
Conducción, liderazgo, dirigencia. En corto, política. No serán los colectivos que amedrentan y asesinan los que llevarán al país al siglo XXI, pero tampoco los que, en barricadas, deciden que no les da la gana ni le importa la opinión del vecino porque sí, por malandraje de otro estrato o ideología.
Vamos pues, de vuelta a la política. Este país de todos tenemos que hacerlo todos. Nadie quiere una guerra, queremos paz y entendimiento. La política motorizó el más grande cambio social de la historia de Venezuela, es hora de que lo haga de nuevo.
Categorías:Editorial, Opinión y análisis
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