Destacado

Tendencias 2023 (II)

EDITORIAL

Benigno Alarcon Deza

Recientemente la Mesa de Análisis del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno tuvo la oportunidad de reunirse con Consultores 21, una de las más respetadas firmas de estudios de opinión pública del país, para intercambiar opiniones sobre las tendencias hacia las que se está moviendo la percepción de los venezolanos cuando finaliza el tercer trimestre del año. Entre los aspectos más resaltantes nos encontramos con que la mayoría de los venezolanos creen que el país no está progresando, sienten que la hiperinflación no se ha acabado y que los ingresos familiares distan mucho de ser suficientes para satisfacer las necesidades básicas. Por eso, las tres principales emociones de la gente en estos momentos son negativas: angustia, desilusión y enojo, con la economía como el principal problema que les afecta. Y para revertirlo, la mayoría ratifica que es necesario un cambio de gobierno

El año 2022 comenzó con una percepción de mejoría en cuanto a la situación del país, probablemente relacionada con un aumento del ingreso en dólares para los trabajadores debido a una mayor apertura y actividad de la economía, un crecimiento del empleo y menor inflación. Sin embargo, esta “burbuja” duró poco. En estos momentos, más de la mitad del país considera que la situación es mala y en lo personal o familiar es peor que hace un año. 

Asimismo, casi las tres cuartas partes de los venezolanos considera que el país no está progresando. Esto es importante porque desmonta el discurso que el gobierno ha mantenido basado en una supuesta revitalización de la economía y la mejoría de los sectores económicos, sociales y laborales. En otras palabras, la percepción dominante es que Venezuela no se arregló. 

La economía como el principal problema 

Cuando se le pide a la gente que evalúe cuáles son los principales problemas del país en estos momentos, la gran mayoría se inclina por la situación económica, seguida de los problemas políticos y los servicios públicos. La inflación es vista como el fenómeno que más afecta a la población. 

Queda claro, entonces, que para el venezolano de a pie el problema de la economía es “que yo lleve dinero a mi casa para que mi familia no pase hambre”, con la esperanza de tener un salario mejor, un empleo estable. El problema básico de la gente es la economía familiar, no los asuntos “macro” como los bonos de la deuda, ni la crisis petrolera. 

En cuanto al ingreso promedio del total de los hogares venezolanos, este sigue siendo precario: 171 dólares en promedio. Varía, si se trata de una familia de clase popular se ubica en alrededor de 140 dólares, mientras que el ingreso promedio de la clase media es de 260 dólares. En 2021, cuando se comenzó a hacer la medición en divisas, el ingreso promedio alcanzaba los 60 dólares. Sin embargo, hoy en día las personas aseguran que requieren  por lo menos 500 dólares mensuales para cubrir los gastos del hogar.

Migración indetenible

Otra variable que recurrentemente Consultores 21 ha venido midiendo en los últimos años es la referida a la seguridad alimentaria, tomando en cuenta los niveles de pobreza tan elevados en el país. En estos momentos, por lo menos un tercio dice comer menos de tres veces al día. Asimismo, más de la mitad asegura que gente de su familia está pasando hambre, lo que puede ser una referencia indirecta a su propia situación. 

La inseguridad alimentaria, generada por la insuficiencia de ingresos por la baja remuneración o el desempleo, es lo que fundamentalmente está impulsando la diáspora que -a pesar de las barreras que ha encontrado en las fronteras de los países hacia donde se dirige- no se detiene. Al consultarle a la gente sobre este fenómeno, un tercio de los entrevistados  aseguró que piensa irse o está reflexionando sobre migrar. Y llama la atención que, de los que están pensando en abandonar su tierra, 10% quieren hacerlo este mismo año. 

La necesidad de cambio

Los asuntos políticos, aunque están por debajo de los económicos, no son ajenos para la población, ya que la gente considera que para superar la situación que les afecta es necesario un cambio. 

Un tema del que se ha venido hablando mucho en las últimas semanas es el de la posibilidad de retornar a la mesa de negociaciones con mediación de los noruegos. Cada vez se habla con mayor insistencia en que está a punto de iniciarse el proceso, lo que aún está por verse. Con respecto a esa materia, destaca el hecho de que prácticamente la mitad de los consultados están de acuerdo con la negociación y la otra mitad la rechaza.

Y aunque la oposición necesita que se retome la negociación, porque no tiene hoy mejores alternativas, y el gobierno no se niega, porque lo políticamente correcto es mostrar buena disposición, solo se lograría llevar a este último nuevamente a la mesa si es para negociar lo que le interesa, o sea las sanciones, que pretenden intercambiarse ahora por concesiones sociales, y no políticas, lo que hace evidente el uso de la tragedia humana de parte del régimen como ficha de negociación.

Por otra parte, uno de los procesos que tiene pendiente la oposición con la población venezolana es el referido a la celebración de las primarias, cuyas condiciones, reglamentos, normas y logística debieron estar ya definidas, pero no es así.

Aunque parecía que finalmente se estaba aclarando el panorama, por cuanto ya se habían decidido temas clave como la fecha de realización y su reglamento, ahora pareciera que estos temas siguen en debate y aún queda pendiente un asunto fundamental, sin el cual nada avanza, la designación de la comisión electoral, que supuestamente estaría lista el pasado 15 de octubre, así como lo relacionado con la participación o no del Consejo Nacional Electoral (CNE), que dependería de la aceptación, muy poco probable, de las condiciones acordadas por los partidos de oposición en cuanto a las reglas de la consulta, la protección de la identidad de los electores, y la rectoría del proceso por la comisión electoral. 

La realidad es que la celebración de una primaria, que promete una elevada participación, se ha convertido en una pesadilla para el gobierno, que amenaza con el adelanto de la elección presidencial (mientras el Consejo Nacional Electoral mantiene un silencio que demuestra su falta de autonomía institucional),  lo que ha logrado, una vez más, dividir a la oposición en torno al debate sobre su conveniencia y factibilidad. Una primaria bien ejecutada podría convertirse en un importante punto de inflexión que podría romper con la inercia opositora, que contribuye a sostener el statu quo, por lo que cabe esperar cualquier cosa del lado oficialista para impedir su realización, tal como sucedió con el intento por activar un referéndum revocatorio a principios de este año. Lo que resulta incomprensible es la posición de aquellos “opositores” que tratan de complicar los acuerdos para seguir retrasando o evitando la consulta, porque hoy lucen sin chance; con su actitud solo contribuyen a la estrategia gubernamental.

Más allá de lo que este estudio revela, vale la pena señalar que, supuestamente, la excusa para no haber avanzado más rápidamente en la organización de una primaria tiene que ver con el hecho de que se está esperando la reactivación de la negociación internacional para definir algunos aspectos clave: cómo sería su financiamiento, la participación o no del CNE, así como el caso de los inhabilitados. 

Resulta extraño, al menos para mí, que actores con tantos años de expereincia política confrontando al oficialismo, esperen lograr en la mesa de negociación un acuerdo para que el gobierno les dé permiso y les facilite las cosas para organizar una primaria que serviría para fortalecer a la oposición y para legitimar a un liderazgo unitario que estaría en capacidad de derrotar a Maduro en 2024. 

En conclusión…

El tercer trimestre del año presenta cambios relevantes en la percepción de los venezolanos, pues varios indicadores reflejan que la realidad de las familias está empeorando, especialmente por el impacto de la inflación, con lo cual la prédica de “Venezuela se arregló” terminó por agotarse. 

La economía domina, de hecho, como la variable de mayor preocupación en el país. Existe una distancia notable entre el ingreso que los venezolanos dicen necesitar para cubrir sus gastos familiares y lo que realmente perciben. Y, además, creen que su situación seguirá agravándose.

Políticamente, esto se expresa en que los ciudadanos consideran en su mayoría que para revertir esta dura realidad, hace falta que haya un cambio de gobierno. Y allí nuevamente, surgen expectativas en cuanto a las primarias opositoras y las presidenciales. 

De allí surge la necesidad de que la dirigencia opositora acelere sus ritmos para definir la escogencia de su liderazgo, para canalizar y capitalizar el descontento que reflejan los venezolanos sobre el destino del país y su realidad individual, familiar y colectiva.

Deja un comentario