
En su camino hacia la celebración de unas elecciones primarias la oposición transita sobre una vereda pedegrosa y llena de encrucijadas. Una de ellas es la participación de los inhabilitados. ¿Qué hacer?
José Gregorio Yépez
Ya está en la mesa el reglamento que servirá de marco para la celebración de las elecciones primarias de los opositores a la administración Maduro. La Plataforma Unitaria mostró las reglas de juego para quienes sean aceptados por la Comisión que dirigirá el proceso.
El documento no hace alusión a la no participación de los líderes políticos que, hasta el momento, están impedidos para ejercer cargos públicos por parte de los organismos del Estado. Lo que no se prohíbe está permitido.
La discusión sobre el tema es complicada ya que las interpretaciones se pasean por un arcoíris de criterios que dificultan el consenso y la solución del problema.
La participación de inhabilitados es vista como una manera de presionar al Gobierno y de promover la participación en el proceso de las primarias, variable vital para legitimar al adversario del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y sus aliados.
Sin embargo, por otra parte se señala que esta estrategia puede convertirse en “un tiro en el pie” de los opositores. Se teme que terminaría siendo una oferta engañosa para un pueblo opositor que vive como quien escucha un bolero triste, es decir, despechado y lleno de desengaños.
Empezando por el principio
Una de las cosas que debería quedar clara a la hora de analizar esta situación es que la discusión sobre las inhabilitaciones políticas es ajena a una práctica democrática sana.
“Si Venezuela es una democracia y se discute desde el punto de vista internacional si es una democracia, y se quiere vender así, no deberían existir inhabilitaciones políticas. Eso no se relaciona con el sistema democrático. Lo ideal sería que se levantaran todas las inhabilitaciones y se hicieran una elecciones competitivas”.
La afirmación la hace el politólogo Pablo Quintero, quien sostiene que la viabilidad de que el candidato opositor pueda ser un inhabilitado dependerá del escenario que Nicolás Maduro quiera enfrentar en los próximos comicios.
“Si Maduro cree que los candidatos son una amenaza para mantenerse en el poder mantendrá las inhabilitaciones sobre los que tienen liderazgo, partido, estructura y recursos”, asegura Quintero.
En su análisis destaca que esta situación solo puede ser resuelta vía negociación.
“Hay que entender que el tema de las inhabilitaciones se soluciona dialogando con el poder, no hay de otra. El Gobierno no lo va a hacer por sí solo. El inhabilitado tiene que trabajar el cese de la inhabilitación, ya sea con un vocero o con una interlocución. Debe plantear una negociación donde entren dos figuras más, una negociación tripartita, con otros actores que de alguna manera generen influencia”, señala el analista.
Al precisar posibles actores indica que pueden ser personajes como “Rodríguez Zapatero, o el Gobierno de los Estados Unidos maniobrando por un lado y los representantes de México o Noruega”.
Asimismo destaca que el peligro para el PSUV y sus aliados es que los inhabilitados “son candidatos que arrastran gente y son competitivos. Sería poco estratégico para el Gobierno aceptarlos porque estaría enfrentándose a unos ‘cuartos bates’ que podrían complicarle el escenario participando”.
No puede ser uno solo
El grave problema a resolver es qué hacer si el que gana las primarias es un político inhabilitado, o si el vencedor es sancionado por el Estado luego de imponerse.
Ante esto el politólogo John Magdaleno ha propuesto unas primarias que deberían servir para escoger “no menos de tres candidatos”, frente a la posibilidad cierta de que, como en Barinas, se generen artimañas para sacar de competencia a quienes muestren el músculo suficiente para vencer al oficialismo.
Magdaleno habla de “elevar el costo por adelantado de esa eventualidad. Las primarias pueden convocar a los electores para que ejerzan un voto estratégico”.
Por su parte Ángel Medina, analista y también politólogo, coincide con Magdaleno en que esta debe ser una decisión estratégica y muy bien pensada.
“No puedes negarle el derecho a quienes están inhabilitados a participar. Son muchos los liderazgos que están en esa posición porque ha sido una estrategia de larga data de quienes están en el poder para sacar de juego a sus contrincantes. No puedes negar que tengan aspiraciones y participar en cualquier proceso”, sostiene Medina como una cuestión de principios.
Por otra parte, coincide con el análisis de Quintero en que debe evaluarse si el tema inhabilitaciones puede llevarse a la mesa de negociación de México o “a otro espacio de negociación y liberarse de la inhabilitación a determinados liderazgos”.
“Si la respuesta es afirmativa, entonces debes dar oportunidad para que esa persona, prudencialmente, pueda estar y presentar su candidatura”, asume Medina.
Advierte que frente al escenario donde no es posible negociar “porque hay liderazgos que para quienes están en el poder son inaceptables, tienes que construir un camino que haga que este liderazgo, que está inhabilitado y quiere participar, garantice que no será un obstáculo al final de todo este proceso”.
“Esto debe tener un sentido de tiempo. Hay que poner un límite al inhabilitado para que llegado un determinado momento en el proceso, en donde se evidencie que no se resuelve el problema, sepa que tiene que apartarse. Eso debe quedar muy claro”, sostiene Medina.
Los analistas coinciden en evitar que el pueblo opositor se llené de falsas de esperanzas y trazarle un camino viable para canalizar el esfuerzo de participar en unas elecciones primarias.
Magdaleno advierte la desventaja de terminar haciendo “una promesa engañosa al permitirle a un inhabilitado participar” y no pueda hacerlo.
Todos advierten el peligro que al final los opositores se sientan timados y nuevamente decepcionados.
Habilitar a uno solo
Existe otra propuesta poco divulgada.
Existe la idea de admitir la participación de los inhabilitados en las primarias para que sea el voto popular el que “lo habilite”, a él exclusivamente y no a todos los demás.
La argumentación política estaría basada en que existe un sector de la población que manifestó su respaldo masivo. Una democracia no podría negarle el derecho de tener un representante.
Esto elevaría el costo político de la administración Maduro de evitar la habilitación y lo retaría. De no asumir el desafío “pondría en evidencia los temores” y la fragilidad de la candidatura del PSUV y sus aliados.
Las preguntas que surgen ante esta propuesta son: ¿Cuánta debe ser la participación en las primarias? ¿Cuántos votos debe concentrar ese candidato para tener la fuerza suficiente para exigir la “habilitación vía consulta popular”?
En las primarias de 2012 participó un poco más del 16% del padrón electoral y Henrique Capriles ganó con casi dos millones de votos.
¿Cuánto puede movilizar la oposición para el momento en que se convoquen las primarias?¿Sería suficiente? ¿Haría falta una doble vuelta? ¿Existe la infraestructura para hacerlas?
Los líderes inhabilitados son los que potencialmente aglutinan mayor poder convocatoria, según las mediciones de las encuestas y esa es una variable a tomar en cuenta en esta propuesta.
Al cierre
La vanguardia opositora tiene frente a sí una madeja que desenredar. El escenario es complicado por la serie de intereses al interior del espectro político que se asume como opositores a Maduro.
Las inhabilitaciones son un contrasentido con la democracia, pero existen y la oposición debe lidiar con ellas, con las que existen y con las que estarían por venir.
El reto que tienen los adversarios de Maduro es conseguir una ruta transparente que le dé certidumbre al pueblo opositor. Necesitan generar respuestas, medianamente claras, al sinfín de preguntas que se sirven sobre el tablero político venezolano.
Desde aquí no tenemos bolas de cristal para ver el futuro, solo andamos con pies planos pisando tierra frente a la realidad política del país. El juego sigue.
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