Pedro González Caro – 23 de junio de 2017
Si tuviera 8 horas para cortar un árbol, pasaría las primeras 6 afilando el hacha”.
Abraham Lincoln
Los últimos meses han tenido una resignificación para la sociedad venezolana. Se ha experimentado el renacer de la llama que ilumina y alienta la lucha por la libertad, frente a un gobierno opresor y arbitrario.
La lucha ha sido cruenta y sin cuartel. Los lideres al frente de sus ciudadanos han marchado para exigir el regreso al hilo constitucional que arbitrariamente ha sido abandonado por el régimen, conculcando los derechos que por más de 200 años han sido la herencia de los venezolanos. Los avances de nuestra sociedad en el reencuentro con su liderazgo y consigo misma no registran antecedentes en nuestra era, la consigna ha sido: La Lucha No Violenta porque estamos convencidos de que la justicia será el valor que guiara la lucha.
Aun así el costo ha sido muy alto, han sido más de setenta venezolanos, Jóvenes que no podrán acompañarnos hasta el final del camino, porque sus sueños fueron violentamente arrebatados. En un artículo anterior que titulé, El Mundo que queremos, escribí sobre la violencia, sus graves consecuencias y el dilema que representa para una sociedad, que en el fragor de la lucha, por sus derechos, olvidan las razones que dieron origen a las luchas.
Las circunstancias que atraviesa Venezuela exigen respuestas casi inmediatas frente a los abusos y arbitrariedades del régimen. Sin embargo generar respuestas irreflexivas o impulsivas nos empuja al riesgo de perder la brújula, el norte, que guía la resistencia no violenta contra el régimen y caer en la trampa de la anarquía.
En la máxima: “si tuviera 8 horas para cortar un árbol, pasaría las primeras 6 afilando el hacha”, el presidente Lincoln aludía a la importancia de la preparación y nosotros por lo general desarrollamos planes detallados y bien pensados con el objetivo de prepararnos para las futuras situaciones y así evitar la temida anarquía. Lincoln se refiere a la preparación total: para cortar un árbol con eficiencia el hacha debe estar afilada de ambos lados. Una que solo tenga filo en un canto servirá para realizar el trabajo, pero no será ni tan fácil ni tan eficaz como si estuviera bien afilada y esmerilada.
Se requiere de una preparación adecuada pero fundamentalmente se requiere orden y disciplina en ambos sentidos para un esfuerzo y resultado óptimo, debemos ser ordenados y seguir estrictamente las pautas de la no violencia, debemos ser disciplinados y “prepararnos mentalmente” o “concentrarnos” en nuestro desempeño.
Una fabula cuenta que 2 leñadores cortaban leña juntos, uno de ellos lo hacía sin descanso mientras que el otro cortaba leña durante 50 minutos y descansaba 10 sentado bajo la sombra… al final del día, aquel que descansaba doblaba en resultados al primero. Cuando el leñador que «más duro trabajaba» le preguntó a su amigo cómo hacía para obtener mejores resultados sabiendo que él hacía pausas en su trabajo con mucha frecuencia a lo que el amigo le contestó: «mientras descanso, ¡afilo el hacha!“
Justamente de eso es que se trata, debemos mantener muy presentes los objetivos que perseguimos de otro modo el trabajo arduo y difícil puede hacernos olvidar para que estamos luchando y con ello hacer nuestra lucha mas larga y mas cruenta.
Es imperativo que mantengamos una protesta ordenada y orientada al logro siguiendo ineludiblemente las pautas de la no violencia. No es posible luchar contra la arbitrariedad esgrimiendo una arbitrariedad como arma de lucha.
La lucha por la libertad es una decisión que tomamos, el libre albedrío es la potestad que el ser humano tiene de obrar según considere y elija. Esto significa que las personas tienen naturalmente libertad para tomar sus propias decisiones, sin estar sujetos a presiones, necesidades o limitaciones, o a una predeterminación divina.
La libertad es un derecho natural de la persona, sin importar la edad, sexo o cualquier otra diferencia de cualquier índole. Gracias a la libertad podemos realizar aspiraciones: un mejor nivel de vida, formar a los hijos para que aprendan a tomar mejores decisiones, buscar un lugar adecuado para vivir, participar de manera activa en beneficio de la sociedad, llevar una vida congruente con la moral y la ética en todo el quehacer profesional, buscar una educación de calidad…
Estos son los efectos de la libertad, no la libertad misma. La libertad puede entenderse como la capacidad de elegir entre el bien y el mal responsablemente. Esta responsabilidad implica conocer lo bueno o malo de las cosas y proceder de acuerdo con nuestra conciencia; este es “el peso de la Libertad” de otra manera, se reduce el concepto a una mera expresión de un impulso o del instinto. Toda decisión se enfrenta a la consideración de lo bueno y lo malo, del beneficio o el perjuicio de una acción. Si no se realiza este juicio se puede incurrir con facilidad en un error pues se hace un uso irresponsable de la libertad. Al igual que en otros aspectos de nuestra vida, el abuso se convierte en un actuar conforme a nuestros impulsos, sin reconocer barreras, límites, moral o ética, es decir, se convierte en libertinaje.
El mal uso o abuso de este derecho, siempre tendrá repercusiones en nuestros semejantes. Es inconcebible pensar que nuestro proceder es independiente y único, no podemos obrar como si fuéramos los únicos en el mundo o imponer sin ton ni son, normas a las cuales deben sujetarse los que nos rodean; No puedes Luchar contra la arbitrariedad, esgrimiendo arbitrariedades como armas de lucha. si por alguna razón alguien con autoridad o poder de cualquier índole afecta abusando «libremente» en perjuicio del pueblo, está olvidando las bases y principios que le han otorgado esas capacidades para el servicio, bienestar y desarrollo.
Tal es la magnitud de la libertad, que ni Dios la condiciona o restringe, pues forma parte de nuestra naturaleza; sus mandamientos son una guía con la cual se puede ser más humano, nada parecido a un condicionamiento, pues se nota por las acciones, que todos tenemos la capacidad de aceptar o rechazar lo propuesto, de asumirlo con alegría o rechazarlo abiertamente, haciendo lo que mejor nos parece; sin que en este momento se juzgue si esa aceptación o menosprecio sea bueno o malo, podemos afirmar nuevamente que siempre estaremos ejerciendo nuestro derecho de ser Libres.
La Libertad no se construye. No es como en el caso de virtudes como la perseverancia, la fortaleza o la paciencia que requieren de un esfuerzo constante y continuo para hacer de ellas una parte integral de nuestra vida. La libertad se ejerce de acuerdo con los principios fundamentales que nacen en la conciencia, en la familia y en la sociedad, es ahí dónde este valor se orienta, forma, educa y respalda, forjando personas íntegras.
Puede ocurrir que nuestra libertad se vea obstruida por cualquier motivo, lo peor sería dejarnos llevar por el desánimo o el pesimismo, la Libertad siempre estará latente en nuestro ser y en nuestra mente. Siempre contaremos con la libertad de elegir cómo nos afectan las circunstancias. Nuestra libertad, aun cuando sea obstruida, permanece en nuestro interior cuando elegimos si lo que nos ocurre nos derrota, o permanecemos de pie frente al opresor y el tirano.
Decidir recuperarla, una vez que se ha perdido, es la más sublime de las libertades que puede tener el hombre. Venezuela ha despertado y ha decidido recuperar la libertad perdida pero, en su esfuerzo por recuperarla debemos estar muy atentos a no olvidar los fundamentos de nuestra lucha sin temor a equivocarnos.
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