Opinión y análisis

Desdemocratización en Venezuela (XVI): el desafío de construir la oposición

Andrés Cañizález

@infocracia

No hablamos de 2021, aunque perfectamente algunos elementos del análisis serían válidos en esta hora del momento nacional. Así como el chavismo se erigió en poder autoritario con pretensiones hegemónicas, hemos estado largamente en el ritornelo de que es necesario articular una oposición democrática que tenga una estrategia coherente.

La desdemocratización, que en términos temporales antecedió al chavismo, y que este proyecto ha profundizado, debe entenderse también como el fracaso de una alternativa democrática en estos años del siglo XXI.

El análisis crítico sobre la oposición al chavismo ha sido un elemento recurrente cuando se reflexiona sobre la naturaleza del régimen iniciado en febrero de 1999, una vez que Hugo Chávez asume el poder. El proyecto autoritario que ha encarnado el chavismo, incluso desde sus inicios, tuvo como correlato fallidas acciones y/o estrategias opositoras que le allanaron el terreno en su afán de hacerse con todo el poder en Venezuela.

En abril de 2004, Francisco José Virtuoso planteaba los desafíos de pensar en una alternativa al chavismo, bajo el título “Construir la oposición”. En ese texto, por cierto, ya el autor planteaba que en ese momento no era realista llamar dictadura al gobierno de Chávez, “por ahora”, ya que si bien eran notables los rasgos de autoritarismo, existían espacios para el desarrollo de la acción política-institucional por parte de las fuerzas democráticas que adversaban al régimen.

Analizaba aquel artículo el contexto político venezolana en los meses previos al referendo revocatorio, que tendría lugar en agosto de 2004, y al cual nos hemos referido en otro artículo de esta serie. Los factores de oposición mantenían como espacio a la llamada Coordinadora Democrática, pero esta instancia ya lucía debilitada tras el fracaso del paro (diciembre 2002-enero 2003) y la restitución de Chávez en el poder, tras el fallido golpe de Estado de abril de 2002.

Virtuoso apuntaba, sin embargo, que en aquellos primeros meses de 2004, la oposición tenía peso institucional con un número importante de gobernaciones y alcaldías, un contrapeso en la Asamblea Nacional y la independencia que aún conservaban jueces del Tribunal Supremo de Justicia, que actuaban sin estar alineados con el poder chavista.

“La calificación de autocracia al régimen de Chávez, aunque pareciera ajustarse más por el personalismo que caracteriza su acción política desde el gobierno, tampoco hace justicia a la realidad, pues según los significados más ortodoxos, una autocracia es siempre un gobierno absoluto, en el sentido de que detenta un poder ilimitado sobre sus súbditos”, sostenía Virtuoso en abril de 2004.

Por otro lado, en relación con los desafíos que debía encarar la oposición venezolana, Virtuoso señalaba tres como prioritarios: 1) la formulación de una visión de país que sea entendida por chavistas y no chavistas, que se aterrice en medios y fines con posibilidades reales de ejecución; 2) construir un espacio político de unidad, que debe traducirse en una estrategia política única; y 3) integrar al pueblo venezolano, que debe sentirse convocado e invitado a participar de este proyecto alternativo de sociedad. Se leen estas líneas, escritas en 2004, y parecen tener plena vigencia tres lustros después.

A juicio del jesuita, la oposición había repetido un error estratégico al centrarse exclusivamente en la tesis de “salir de Chávez”, sin considerar las claves que llevaron al chavismo al poder: “La oposición ha obviado la tarea de hacer política, conquistando espacios, creando acuerdos y consensos, reconstruyendo los partidos”. En su opinión, la oposición había caído en el esquema de polarización, estrategia planteada por el chavismo para su propio beneficio.

Nelly Arenas apuntaba, en tanto, que Chávez ha desplegado a lo largo de su actividad política un discurso que se identifica básicamente por su antielitismo: contra los partidos políticos, contra la Iglesia, contra los medios de comunicación, contra los empresarios, contra los viejos sindicatos. “Cúpulas podridas”, es el calificativo que Chávez empleaba desde los días de campaña electoral para designar a los representantes del antiguo establishment.

El discurso del chavismo básicamente apelaba a una lógica dicotómica, para dividir a la sociedad. Chávez construyó nudos antagónicos para oponer en el imaginario, al pueblo contra la oligarquía y a la Nación contra el imperialismo.

Por otro lado,  en aquellos días también hacía su lectura de la coyuntura la profesora María Gabriela Cuevas,  investigadora de la Universidad Católica Andrés Bello, quien analizaba entonces los derechos humanos en juego en relación con el referendo revocatorio.

La posibilidad de ir a las urnas para revocar el mandato presidencial de Hugo Chávez había sufrido una serie de dilaciones y trabas. El referendo solo fue posible en la medida en que hubo una mediación internacional en la que tuvo un papel destacado la Organización de Estados Americanos y el Centro Carter. El chavismo manipuló el proceso para dilatarlo lo máximo posible, un asunto que le favorecía.

Estos precedentes llevaron a la investigadora a sostener que había una violación al derecho a la participación política con el establecimiento de condiciones y requisitos adicionales, a los planteados en la Constitución de 1999, que hicieron retrasar por más de un año la realización del referendo revocatorio presidencial, consulta que finalmente se efectuó en agosto de 2004.

Debe recordarse que durante el año que se postergó el referendo, el gobierno de Chávez lanzó la Misión Barrio Adentro y eso contribuyó, según lo evidenciaron encuestas de la época, a subir nuevamente su popularidad, fue factor que contribuyó a sellar su continuidad en la presidencia.

Chávez entendió el referendo, no en los términos planteados como un derecho de la ciudadanía a revocar el mandato de un gobernante, sino como lo contrario, la consolidación de su poder. Como lo señaló Miguel Ángel Martínez Meucci, a partir de entonces, el gobierno se sentiría más fuerte que nunca para terminar de afianzarse en el poder y sacudirse la incómoda tutela internacional que, durante más de dos años, se había visto obligado a soportar. Se profundizaría la desdemocratización.

Fuentes:

Arenas, Nelly (2005) “Populismo de otrora y de ahora”. En: Nueva Sociedad. N° 200. pp. 38-50. Buenos Aires: Fundación Friedrich Ebert.

Cuevas, María Gabriela (2004) “Derecho a revocar y derecho al ejercicio del cargo”. En: SIC. Vol. 67. N° 663. pp. 103-105. Caracas: Fundación Centro Gumilla.

Martínez Meucci, Miguel Ángel (2016) Un fragmento de “Apaciguamiento: el Referéndum Revocatorio y la consolidación de la Revolución Bolivariana”. En: Prodavinci, texto en línea: https://historico.prodavinci.com/2016/10/31/actualidad/un-fragmento-de-apaciguamiento-el-referendum-revocatorio-y-la-consolidacion-de-la-revolucion-bolivariana/

Virtuoso, Francisco José (2004) “Construir la oposición”. En: SIC. Vol. 67. N° 663. pp. 100-102. Caracas: Fundación Centro Gumilla.

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