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“Venezuela (no) se arregló”

Tomada de El Estímulo

Benigno Alarcón Deza

De acuerdo con un estudio de opinión pública realizado por una importante encuestadora venezolana, Consultores 21, la población sigue considerando que la situación del país es negativa, al punto que toda la población, con la excepción de quienes apoyan incondicionalmente al gobierno, piensa que no hay progreso. Y probablemente por estas razones, cuando se menciona la posibilidad de activar mecanismos de diálogo, la mayoría apuesta a que el énfasis se ponga en la economía, y luego en lo político. Pero tiene muy claro que para que la economía tome un rumbo cierto, es indispensable un cambio político. Si bien es cierto que se anunció el regreso al diálogo, podría tratarse de un diálogo distinto a la continuidad del iniciado en México, con la inclusión de nuevos actores, como estrategia para seguir fragmentando y dividiendo a la oposición, estrategia central que ha seguido el régimen desde 2020 para imponerse como mayoría relativa y mantenerse en el poder

A pesar de que se ha estado vendiendo la idea de que “Venezuela se arregló”, la gente no se lo cree, tal como lo hemos transmitido desde este espacio y en nuestros foros semestrales de PROSPECTIVA. Y no lo hace porque simplemente está sufriendo en carne propia problemas derivados de un bajísimo ingreso familiar que, a su vez, dificulta cubrir necesidades básicas como alimentación, salud, educación, vivienda y recreación, entre otros. Por eso cuando se le pregunta al venezolano cuál considera que es el principal problema del país en este momento, responde sin dudarlo que es la economía.

Eso ha salido reflejado en los estudios que semestralmente realizamos en el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB, pero también en una reciente encuesta desarrollada por una prestigiosa firma de investigación, como lo es Consultores 21, con la que tuvimos la oportunidad de reunirnos esta semana en nuestra Mesa de Análisis Coyuntural.

El estudio de campo presentado, con cierre en el mes de enero y con una cobertura de 2.000 hogares, y cuyos datos no estamos autorizados a compartir por no ser una encuesta de nuestra propiedad, nos ha permitido ratificar algunos de los resultados que hemos venido observando en nuestros propios estudios, y actualizar información valiosa para nuestros propios análisis.  

En primer lugar, resalta el hecho de que, a pesar de que muchos afirman que existe un ambiente de optimismo y bienestar económico, porque “Venezuela se arregló”, más de dos tercios de la población considera que la situación del país sigue siendo negativa, aunque sí existe una percepción de mejora con respecto a los niveles que este indicador, presenta desde el año 2015.

Los entrevistados consideran que el país no progresa y solo una cuarta parte de la población, principalmente los electores del oficialismo, es algo más optimista. Entre los principales problemas del país llama la atención el hecho de que, si bien la mayoría coincide en que el principal problema es el económico, más de la mitad reconoce el origen de todos los problemas en lo político, en el mal gobierno de Maduro, mientras quienes apoyan al oficialismo no culpan directamente al gobierno y son capaces de comprar la narrativa oficial sobre la responsabilidad de las sanciones, la guerra económica o el sabotaje de la oposición.

La gente no piensa en bolívares

Otro de los aspectos en los cuales se observa que la gente no cree en la prédica del arreglo del país, está en el hecho de que la gran mayoría no está de acuerdo en que la proliferación de bodegones implique una mejora de la economía; ni que la inflación haya sido derrotada. La recuperación es una burbuja que no alcanza al ciudadano común.

Asimismo, el venezolano percibe que el bolívar ha dejado de ser moneda de cambio, y de hecho la gente no piensa en bolívares. Se percibe que el dólar es una mejor manera de estimar gastos, compras y ahorro. La gran mayoría de las personas asegura estar manejando algún nivel de sus transacciones en dólares (comprando, pagando o recibiendo desde el exterior), y prefiere que la economía se sincere y todas las transacciones se hagan en dólares, mientras un tercio asegura mantener su preferencia por el bolívar.

Un tema de preocupación, y potencialmente conflictivo, es el bajísimo promedio del ingreso mensual (68 dólares por hogar). Obviamente, hay una gran variación dependiendo del estrato socioeconómico, e incluso dentro de un mismo estrato, como vimos en la última presentación de Prospectiva. En este sentido, es muy importante destacar que en estos momentos, 4 de 10 hogares no logran las tres comidas al día. Y este número puede ser mayor por la tendencia de la gente a negar la precariedad de su propia situación. Por ello, cuando se pregunta: ¿usted cree que en Venezuela hay gente pasando hambre?, casi un 80% responde afirmativamente.

Hay razones para protestar

En contraste con lo que se ha venido señalando de que la gente se acostumbró a la crisis, es necesario destacar que, coincidiendo con nuestros propios estudios, pareciera que esta afirmación no es cierta, aunque se confirma que hay un tercio de la población que se ha resignado y siente que lo único que puede hacer es adaptarse para sobrevivir.

Asimismo, este estudio nos indica que más de dos tercios de la población considera que hay razones para protestar. Como sería de esperarse, solo quienes apoyan al oficialismo niegan la existencia de razones para hacerlo. Esta proporción no implica necesariamente disposición a protestar, que en nuestros propios estudios la ubicamos alrededor de un 50%, pero es un indicador muy importante de que la protesta masiva es un riesgo latente para el régimen, que en caso de activarse en una porción muy pequeña, sería muy difícil de controlar para el aparato represivo del Estado, sobre todo cuando se han elevado de manera significativa los costos para quienes tienen la responsabilidad de reprimir, tras haberse hecho pública la apertura de los procesos ante la Corte Penal Internacional y haber un monitoreo mucho más estrecho de la situación de derechos humanos en el país.

Gobierno y oposición aplazados

Como era de esperarse, hay una evaluación negativa del gobierno por parte de la población. En este caso, más de dos tercios lo consideran malo. Un porcentaje similar está convencido de que para que la economía se recupere, debería haber un cambio de gobierno, lo que genera un puente, que nunca estuvo presente con Chávez, entre la permanencia del gobierno y los problemas del país.

Asimismo, algo más de la mitad de la población considera que no debería mantenerse el Gobierno Interino. Es importante resaltar que el apoyo al Gobierno Interino, que alcanza a un tercio, viene casi en su totalidad del sector opositor que defiende por una amplia mayoría su continuidad.

Los sectores que gozan de percepción positiva, por su trabajo en favor del país, son los de siempre, o sea los estudiantes, la empresa privada, la iglesia, y los medios de comunicación. Mientras que los organismos oficiales como el Consejo Nacional Electoral, el Tribunal Supremo de Justicia, y la Fuerza Armada Nacional comparten niveles muy negativos.

Los opositores suman más de la mitad del país, y en relación con el liderazgo, el nombre más repetido en una pregunta abierta es el de Juan Guaidó, con un tercio de las menciones, mientras el resto de los demás liderazgos identificados está por debajo del 7% de las menciones. Es evidente que, pese a un desgaste muy importante que se ha dado desde el 2019 para acá, la gente sigue viendo a Guaidó como el principal referente de liderazgo en la oposición.

Mientras tanto, el PSUV mantiene la confianza de casi un tercio de la población, o sea de aquellos que continúan definiéndose como chavistas. Pero en este estudio nos sorprende el hecho de que el líder con mayor apoyo en este sector, que hasta ahora había sido Maduro, pasa a ser Diosdado Cabello. De corroborarse esta tendencia, podríamos estar a las puertas de un potencial conflicto y relevo del liderazgo oficialista de cara a la elección de 2024.

Negociaciones ¿En México?

Uno de los temas que esta semana ha destacado en el ambiente político ha sido el de las reuniones entre altos representantes del gobierno norteamericano y venezolano, del cual se derivaría un posible regreso a las negociaciones que se iniciaron el año pasado en México y que fueron interrumpidas por Maduro abruptamente el pasado mes de octubre, supuestamente por la extradición de Alex Saab a los Estados Unidos.

El sondeo de opinión antes mencionado reveló que algo más de la mitad de los entrevistados ve con buenos ojos un proceso de negociación y quieren que se dé continuidad al diálogo establecido en México. Asimismo, encontramos que las opiniones sobre la utilidad de las sanciones se dividen mitad y mitad, en favor y en contra.

El tema de las sanciones, sin lugar a duda, sigue siendo prioridad para el chavismo, y punto obligatorio de la negociación directa recientemente iniciada entre el gobierno de los Estados Unidos y el de Maduro. Pero, si bien es cierto que se anunció el regreso a la mesa de diálogo, nos encontramos que ahora Diosdado niega la posibilidad de retornar a México. Aunque la realidad es que diálogo siempre ha habido entre el gobierno y “las oposiciones” como sucede, por ejemplo ahora, con todo lo relacionado con el nombramiento de los nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia. Es evidente que una condición para regresar a México será la modificación de la agenda para incluir las negociaciones que interesan al gobierno, y no al Gobierno Interino, con la participación de nuevos actores como una manera de seguir fragmentando y dividiendo a la oposición.

Conclusiones y recomendaciones

El venezolano, sin duda, sigue muy preocupado por la situación del país y de ninguna forma ha comprado la tesis de que “Venezuela se arregló”. Está convencido de que la solución de la crisis económica es la prioridad, pero piensa que para que esto ocurra, debe haber un cambio político.

Está dispuesto a protestar para lograr ese cambio, aunque teme a la represión. Y también cree que debe haber negociaciones.

En las circunstancias actuales, entre los analistas existen dudas de que el gobierno norteamericano acepte levantar las sanciones si no hay unas concesiones reales para avanzar en un proceso de democratización, así como en la liberación de presos políticos. Sólo eso haría que las sanciones empezaran a aliviarse.

Pero vale la pena señalar que cuando Maduro habló el domingo sobre la reunión con los representantes del gobierno de Biden y se refirió a la posibilidad de recomenzar el diálogo, no habló de México. Luego Diosdado Cabello lo precisó en su programa de televisión. Realmente lo que trata de promover el régimen es más un “diálogo” que una negociación, y para ello van a sentar a otros sectores, como Alianza Democrática (la mesita) y Fuerza Vecinal, porque es una manera de seguir fraccionando y dividiendo a la oposición.

Mientras tanto, el país sigue en crisis: la población así lo sufre y lo percibe. Y espera que el liderazgo genere estrategias que permitan retomar la iniciativa. La dirigencia opositora tiene un gran reto de reconstruir la confianza y proponer una ruta creíble.

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