
Maykel Navas
La cobertura mediática y de las llamadas redes sociales del actual conflicto bélico entre Rusia y Ucrania se ha desarrollado desde dos perspectivas: la rusofobia o la rusofilia. Ambas posiciones más que aclarar nuestra visión, oscurecen cualquier posibilidad cierta de entender los múltiples factores-a favor o en contra- que constituyen el fondo real de esa guerra.
Ahora bien, en función de entender el conflicto es necesario revisar antecedentes históricos. Para los rusos Ucrania es más rusa que ucraniana, lo anterior, tiene fundamento en la conformación antigua de su actual territorio y su construcción como república. Así las cosas, buena parte del pueblo ruso considera a Ucrania parte de su nación. Diremos más, el presidente Vladimir Putin ha sostenido en innumerables conferencias, entrevistas y foros públicos: …que rusos y ucranianos son un solo pueblo, todo único. Podríamos reforzar lo anterior con una cita:
…pese a su debilitamiento y transformación en años posteriores, pese a las pretensiones separadas de los historiadores polacos y ucranianos, Kiev continúa siendo la «madre de las ciudades rusas» y la «alegría del mundo» de los cronistas[…]. De acuerdo con el proverbio popular, Moscú era el corazón de Rusia; San Petersburgo, su cabeza: pero Kiev era su madre.[1]
¿Significa entonces que la historia y los historiadores refuerzan y justifican la actual política rusa hacia su vecino? No necesariamente, como todo proceso histórico, lo más alejado de la verdad son las lecturas sencillas y lineales. Demos pues, una rauda y sucinta mirada al origen de Ucrania y la estrecha relación que tiene con el origen de la actual Rusia, pero señalando la separación lingüística-étnica-cultural sufrida por la mayoría de las regiones que hoy conforman la nación ucraniana. Las justificaciones rusas para la invasión y la respuesta de Ucrania, una nación soberana víctima de lo que a todas luces es una agresión colonialista.
Buscando referentes históricos encontramos que para el siglo IX en el fragor de las expansiones nórdica hacia el este y sur de lo que hoy es Europa, se funda el principado Rus-Kiev. Este fue lo que muchos historiadores consideran el primer Estado eslavo y el origen de Ucrania y Rusia[2]. Así las cosas, los hombres del Rus logran controlar y fusionarse con otro importante principado de la región, el de Novgorod. Esto convierte al Rus-Kiev en una importante entidad política administrativa que se impone en toda la región, incluso, realiza tratados comerciales con el imperio bizantino y otros pueblos del este.
La decadencia del principado se da por conflictos internos acerca de la sucesión al trono. A mediados del siglo XI con las permanentes incursiones de pueblos del este e invasores mongoles, recrudece el debilitamiento. Ante esos peligros, el centro de poder se mueve hacia el noroeste, desapareciendo a mediados del siglo XIII. El territorio de la actual Ucrania fue sometido por potencias y reinos: el Ducado de Moscú, el Gran Ducado de Lituania; el Zarato ruso (o Zarato moscovita); la Mancomunidad Polonia-Lituania; el Imperio otomano; el Imperio austro-húngaro; el Imperio ruso y la Unión Soviética. Es bajo la revolución bolchevique y por influencia directa de Lenin, cuando se formó en 1921 la República Socialista de Ucrania, que, al año siguiente, sería una de las fundadoras de la URSS. Todo este complejo proceso culminó con su independencia, ratificada por un referéndum en 1992.
Esta centenaria ocupación territorial rusa y soviética dejó una huella étnica-cultural y lingüística profunda en el pueblo y la sociedad ucraniana y además, dificultó la creación de una entidad o Estado-nación independiente, solo intentado entre 1917-1921 pero rápidamente asimilado por la URSS. Asimilación que llevó a constantes movilizaciones de población y cultura rusa hacia todo el país y en particular a la región del este. Hoy podemos ver esas huellas y constatar una región occidental con elevada influencia de Europa y conciencia nacional de país, frente a una parte oriental identificada con la cultura pana-eslávica y sus claras simpatías pro-rusas. Este aspecto por lo general es dejado de lado, interesadamente, por los análisis sobre el conflicto, tanto desde la perspectiva rusofóbica, como de la rusofílica.
Entre las complejidades étnicas-culturales de Ucrania está el idioma, aunque el oficial del país es el ucraniano, el ruso es hablado por la mayor parte de los habitantes, es usado en la región este, centro y en Crimea. En cambio el ucraniano es comúnmente usado en el oeste y en el centro. Sin querer imponer un axioma, sabemos que, donde predomina un idioma también hay preponderancia cultural. Una explicación inicial de esta situación, y como mencionamos antes, podría ser el proceso de aculturación y desplazamiento de migrantes rusos puesto en marcha durante la segunda mitad del siglo XX por las autoridades de la Unión Soviética.
Desde la década de los veinte del siglo XX, la Unión Soviética tuvo una obsesión por el dominio político y militar de sus vecinos fronterizos de Europa del Este. Estas precauciones nacieron luego de ser víctima de la llamada Guerra Civil Rusa, ocurrida entre 1917 y 1923, la cual fue apoyada militar y financieramente por las potencia occidentales[3]. Luego, surgida la URSS como una de las dos potencias hegemónicas al finalizar la II Guerra Mundial y con el nacimiento de Guerra Fría, procuró tener en toda sus fronteras países, que además, de estar bajo su influencia (política-militar), sirvieran de “colchón” defensivo[4]. Con el fin del socialismo y disolución de la república que representaba, Rusia y su temor a Occidente y en particular a la OTAN, continuó y continúa hasta hoy.
Se creyó que este miedo había sido resuelto en los años noventa con la promesa de los Estados Unidos y el tratado Fundacional Rusia-OTAN de 1997 (Boris Yeltsin como presidente). Entre los puntos más destacados está la colaboración conjunta y la no expansión de la OTAN hacia países el este[5], lo cual, es importante recalcar, no ha sido cumplido y la organización militar occidental ha incorporado a doce nuevos países, desde entonces, a la organización militar (Polonia, Lituana, Letonia, Estonia, etc.)
A pesar, del incumplimiento de las promesas y tratados, el gobierno de Putin había aceptado en algo esas circunstancias, incorporándose al grupo de naciones más desarrollados como integrante del llamado el G8 (expulsado en 2014 por la anexión de Crimea), de igual manera, en 2011, se asoció con Alemania, Holanda y otros países para la construcción de los enormes gasoductos Nord Stream 1 y 2, que envían gas ruso a varios países europeos (hoy fuera de servicio).
Otro de los motivos de Putin para justificar sus recientes acciones yace en las manifestaciones ocurridas en el año 2014 contra el entonces presidente Viktor Yanukovich, conocidas como Maidán, y que provocaron su renuncia de este y posterior asilo en Moscú. Para el líder ruso esas manifestaciones fueron un golpe de Estado que puso en el poder a los grupos nacionalistas radicales a los que él llama “nazis”. Estos sectores de derecha encabezados por Stepán, movimiento heredero de Bandera, colaborador de Alemania Nazi durante la II Guerra Mundial, impulsaron el derrocamiento del gobierno y ganaron mucho apoyo mediático.
El expresidente Yanukovich, quien nació en el llamado Donbás, sector pro-ruso del este del país, aliado incondicional del presidente ruso. Éste rechazó las políticas expansionista europeas hacia el este negándose a firmar acuerdos con la Unión Europea, lo que provocó las protestas que terminaron con su presidencia. La llegada al poder de Petró Poroshenko (2014-2019), hombre totalmente pro-occidental, marcó la ruptura definitiva con Rusia.Así inició la reacción e intervención del presidente Putin contra Ucrania.
Los militares rusos y su presidente a la cabeza, ante el cambio de dirección en el gobierno ucraniano, decidieron la anexión de la península de Crimea. Recodemos que esta región tenía un estatus de república autónoma, conseguido luego de los intentos separatistas de mediados de los años noventa del siglo pasado. Esta región con mayoría étnica rusa contiene seis bases militares aéreas y la gran armada del Mar Negro rusa en el puerto de Sebastopol. En cuanto a Crimea debemos indicar que luego de ser incorporada al Imperio ruso por la zarina Catalina II- permaneció así por casi dos siglos- fue traspasada, sin motivo alguno, a Ucrania en 1954 por el entonces presidente Nikita Kruschev.
El siguiente paso de Rusia fue declarar, en 2014, su apoyo a los nacionalistas del Donbás, reconociendo su beligerancia y prestándole apoyo militar en su guerra contra la minoría nazi para una limpieza étnica. En febrero de 2022 Vladimir Putin aseguró que la intervención de Rusia en Ucrania es en parte para “desnazificar” ese país y frenar la violación de los derechos humanos y culturales al prohibir el uso del idioma ruso.
Con respecto a los puntos anteriores podemos decir que sí existe una ultraderecha, que tuvo una participación destacada en las violentas manifestaciones que conllevaron al derrocamiento del presidente en 2014. También es cierto que el presidente Poroshenko incorporó buena parte de las milicias ultraderechistas al ejército regular del país y en la policía, en especial de la de Kiev. Sin embargo, en las elecciones generales celebradas en 2014 y en 2019 para la presidencia y el legislativo, estos grupos no pasaron de cuatro por ciento (4%). Son minoría, escandalosa como la mayoría de éstas, con sitios web donde magnifican sus acciones y con una concepción exotérica de su misión en defensa y consolidación de su país. Sin embargo, tampoco se puede acusar al gobierno ucraniano de ser un régimen fascista o nazi. De este se puede afirmar que es una democracia liberal, con defectos ciertamente. La podemos ubicar en la centro derecha el espectro político.
La existencia de las leyes de 2017 y 2019 sobre la obligatoriedad del idioma ucraniano tanto en escuelas, medios de comunicación, organismos oficiales, servicios, entre otros, para evitar un “desequilibrio” con respecto al ruso, merece una revisión.
[1] J. H. Billington, The Icon and the Axe. An interpretative history of Russian Culture, Vintage Books, Nueva York, 1970, pág. 3.en Alejandro Muñoz Alonzo, La Rusia de los Zares, edición digital, Editorial Digital Leite, 2007, p.10.
[2] Recordemos que la utilización de los nombres de estos países es meramente referencial ya que para ese entonces las actuales naciones no existían como hoy las entendemos.
[3] La Guerra Civil Rusa fue el enfrentamiento militar entre las fuerzas bolcheviques agrupadas en el Ejército Rojo y los restos de las fuerzas militares zaristas, llamado Ejército Blanco, unidos con todos los elementos políticos de oposición política como: liberales, conservadores, zaristas, la cúpula de la iglesia ortodoxa, socialistas, mencheviques, etc. Además, de las potencias como: EE.UU. Francia, Gran Bretaña y naciones limítrofes como Polonia, los países bálticos, etc., con un saldo final de alrededor de 6MM de muertos.
[4] Necesario es recordar la crisis de los misiles de octubre de 1962, USA, la URSS y Cuba, como patético títere del enfrentamiento sordo de esa época, se originó por la amenaza que supuso para los soviéticos la instalación de misiles con capacidad nuclear en Turquía, desde donde se podía alcanzar con mayor precisión las importantes ciudades de la nación comunista. La respuesta de la URSS fue intentar instalar dispositivos bélicos de igual amenaza en la isla Cuba, la presión de los norteamericanos y las negociaciones secretas llevaron a desistir de tal intención en la isla caribeña. Aunque fue una victoria importante de los norteamericanos y celebrada en occidente, no es menos cierto que USA y sus aliados le OTAN, desmontaron los misiles instalados en suelo turco dos años después dela crisis.
[5] Para más información ver el artículo de la historiadora norteamericana Mary Elise Sarotte A Broken Promise What the West Really Told Moscow About NATO Expansion, de 2014, https://www.foreignaffairs.com/articles/russia-fsu/2014-08-11/broken-promise, último acceso 30/9/2022.
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