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Cómo hacer una Primaria en la que la Unidad salga fortalecida:  El voto por orden de preferencia

EDITORIAL

Benigno Alarcón Deza

El 9 de noviembre la Plataforma de la Unidad Democrática anunció la conformación de la Comisión Nacional para la organización de la Primaria que escogerá al candidato de la oposición democrática para la próxima elección presidencial, que deberá tener lugar a finales de 2024. La Primaria, sin lugar a dudas, es el primer y más importante paso en la dirección correcta, y si se logra ejecutar correctamente -lo que constituye un reto enorme en el contexto de un país gobernado por un autócrata y una pequeña élite cohesionada por el terror a las posibles consecuencias de perder el poder- puede significar el principio del fin de uno de los periodos más oscuros de nuestra historia  y la oportunidad real de volver a instalar una nueva democracia en Venezuela que, para su consolidación, está obligada a aprender de los errores del pasado.

Las amenazas a la Primaria dan material para varios artículos, así como también las oportunidades que ella representa, al punto de que, de lograrse materializar de manera exitosa, podríamos hablar de un antes y un después de la Unidad Democrática, y estaremos en una posición más  fuerte que nunca antes para hacer realidad el cambio político. Por la importancia de este tema serán varios los editoriales que dedicaremos a analizar las oportunidades y amenazas que giran en torno a esta iniciativa.

Considerando el reciente nombramiento de la Comisión  Nacional para la organización de la Primaria, y considerando que es a ella a quien le toca terminar de definir las reglas de juego, quiero dedicar este editorial a poner sobre la mesa del debate público, tanto de los partidos políticos como de los ciudadanos en quienes se confió la organización de la consulta, una propuesta que he venido discutiendo desde hace ya algún tiempo con algunas personas preocupadas por el futuro de nuestro país. Esta propuesta tiene que ver con una modalidad de elección que si bien rompe con el paradigma tradicional, podría hacer una diferencia importante para el éxito de la Primaria y el fortalecimiento de la Unidad. A esta propuesta la llamaremos “el voto por orden de preferencia”

La Primaria, aunque nadie lo reconozca públicamente, tiene adversarios no sólo del lado del gobierno sino también del lado de la oposición. Entre quienes apoyan la Primaria están los que genuinamente creemos en la necesidad de la participación de los electores para escoger sus liderazgos, pero también quienes se sienten con oportunidad real de ganarla y convertirse en candidato y líder de la gran mayoría opositora,  y quienes aún no teniendo oportunidad hoy, apuestan a que la tendrán en los próximos meses, gracias a una buena campaña, y consideran que no tienen otro camino posible para alcanzar la candidatura.

Entre quienes adversan la Primaria están, obviamente, quienes hoy ni mañana tendrían oportunidad de alcanzar la candidatura por la vía del voto, quienes apuestan a ser candidatos por una negociación que tenga que elegir entre los muy escasos nombres a los que el gobierno les permitiría  ir a una elección sin inhabilitarlos, y quienes alegan, con algo de razón, sobre el peligro de que una Primaria profundice las divisiones dentro de la oposición.

La realidad es que, como descubriese el Premio Nobel de Economía, Joseph Kenneth Arrow[1], no existe un sistema de votación perfecto, cuando hay tres o más opciones para elegir, que sea capaz de reflejar con certeza las preferencias de la mayoría. Al contrario de lo que sucede cuando hay sólo dos opciones, como es el caso de un referéndum donde se vota Sí o No, o cuando se va a una doble vuelta entre dos candidatos, lo que no garantiza que los que lleguen a la segunda vuelta sean, por la misma razón, el reflejo real de las preferencias mayoritarias.

El resultado de una votación depende no sólo de las preferencias sino también del sistema de votación utilizado, es el corolario del teorema de imposibilidad de Kenneth J. Arrow, en el que se prueba que no es posible diseñar reglas para la toma de decisiones sociales o políticas que obedezcan estrictamente al criterio de racionalidad cuando se tiene que elegir entre tres o más opciones. En otras palabras, si bien es cierto que una de los electores podría comprometerse a votar por quien gane la Primaria, también es posible que ello no ocurra porque quien la gane lo haga porque los que voten por éste sea una mayoría relativa de los opositores que participan, pero sea quien tenga mayor rechazo entre quienes no votaron por él.  

Afortunadamente, no todo está perdido y existe una solución aún mejor que la doble vuelta electoral, que no sería posible por razones de costo y tiempo, y es el sistema de votación desarrollado por Marie Jean Antoine Nicolas Caritat, el Marqués de Condorcet, en 1785, o sea, mucho antes de que Kenneth Arrow formulara el teorema de la imposibilidad.

Gracias a este método es posible elegir al candidato que goza de alguna simpatía entre la mayoría de los electores. El método de Condorcet[2] es un sistema de votación para elegir a una persona entre un grupo de candidatos en el que los electores ordenan de mayor a menor su  preferencia por los candidatos. Hay muchos métodos diferentes que cumplen la condición para ser considerados métodos de Condorcet.

En unas elecciones en las que se usa el método de Condorcet,  el votante ordena la lista de candidatos en función de sus preferencias. Por ejemplo, puede poner un ‘1’ a su candidato favorito, un ‘2’ al segundo preferido y así sucesivamente. Cuando un votante deja en blanco a algunos de los candidatos, se entiende que prefiere a los que ha votado, descartándose a los que no han recibido votos.

Como señala Moisés Nahim en el epílogo de su libro La Revancha de los Poderosos (2021), las innovaciones institucionales pueden servir para devolver al redil a todos esos ciudadanos que se han quedado sin un hogar político, o aquellos que hoy no se sienten representados, que podrían ser la mayoría.

Entre estas innovaciones Moisés Nahim destaca, precisamente, las ventajas de la votación por orden de preferencia, no refiriéndose a la Primaria en Venezuela, sino como algo mucho más universal, como la reforma que quizá más acortaría la trayectoria de quienes aspiran a convertirse en autócratas. En sus propias palabras: el sistema está pensado para apartar a los candidatos que captan unos cuantos votos, pero que la mayoría rechaza. A veces, en un terreno muy dividido, esos candidatos extremistas pueden salir elegidos, aunque la mayoría de los votantes muestre su oposición hacia ellos.

El voto por orden de preferencia beneficia a los líderes que encarnan el amplio centro del espectro político. Con este sistema de votación, aunque los políticos seguirán disputándose el liderazgo, se verán obligados a hacerlo de otra manera para intentar conseguir todos los votos posibles, aunque sea como segunda opción. Mientras, algunos podrían intentar una estrategia, mediante una campaña de descalificación hacia los demás candidatos, para dividir aún más a los electores y debilitar la Unidad, lo que solo abona en favor del triunfo oficialista, y  puede acabar en la propia derrota de cualquier aspirante de la oposición que lo intentase.

Como reconoce Moisés Nahim, “el voto por orden de preferencia recompensa a los políticos que tratan a los demás como adversarios con los que hay que contar, no como enemigos a los que hay que derrocar, y los que salen elegidos tras ese proceso están más en sintonía con las preferencias de la mayoría de los votantes”. Esto podría ser la diferencia entre la continuidad revolucionaria y una transición democrática en Venezuela.


[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Kenneth_Arrow

[2] https://es.m.wikipedia.org/wiki/Método_de_Condorcet

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